lunes, 8 de noviembre de 2010

La barbacoa

El fin de semana pasado mi prima me dijo que iba a hacer una fiesta por su cumpleaños. Yo, cuando llegué a Madrid, miré los billetes de tren y ahí que fui el jueves, a una "fiesta". Hice la maleta a conciencia. Conjunto para cenar el viernes por la noche, conjuntos de día cómodos pero sin grandes aspavientos y el "super conjunto" para la fiesta del sábado, era ese tipo de conjuntos que una amiga mía describe como "triunfarás más que la coca-cola".

Cuando llegué fui a mi habitación con mi prima para darle el regalo. Ya que habría la maleta, le enseñé el famoso conjunto y me dijo "muy monoooo". Genial, pensé yo, esto no podía ir mejor. Bajamos a la cocina donde estaba mi tía y empezamos la charla sobre la fiesta; cuántos éramos, quién venía, con quién venía, etc. Empecé a mosquearme al empezar a oír tenemos que comprar esto para la barbacoa, o pondremos aquella mesa ahí para la barbacoa... Y pregunté ¿es una barbacoa? Mi prima me miró y me dijo ¡claro! ¿y a qué hora es la barbacoa? insistí temiéndome lo peor. "He convocado sobre las 2.30 - 3 de la tarde".

¡¡¡¡Aaaaaaggghhhh!!!! No me lo habías dicho, le dije. Sí, claro que sí. No, claro que no, insistí. Me hablaste de una fiesta y yo asumí que serían unas copas por la noche. Bueno, me dijo mi prima, ¿cual es el problema? ¿El problema? El problema es que no puedo presentarme a las 3 de la tarde en una barbacoa en el jardín con una minifalda negra y unas botas de tacón hasta las rodillas. Mi tía, que nos estaba oyendo no podía parar de reír y yo me imaginé como Bridget Jones cuando se presenta a la fiesta vestida de conejita de playboy. Así que me puse un pantalón negro, una camisa blanca y unos botines y dejé las botas y la mini en la maleta... que para hacer pesas en el tren son de lo más prácticas.

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