miércoles, 29 de enero de 2014

La empatía

Hoy iba a contaros que una amiga mía está tan enganchada al Candy Crush, que ayer en vez de subir a casa mientras yo acababa de arreglarme, se quedó en el coche ya aparcado jugando, mientras a mí me decía, no te preocupes, no hay prisa, estoy mirando unas cosas... yo creí que se refería a algo de trabajo, pero cuando bajé y la vi con el ipad en las manos y esa pantallita de colores casi me da un pasmo.
Pero fuimos a cenar con otra amiga y estuvimos hablando de la empatía, y me pareció increíble lo distintas que somos. Cada una de las dos es una de las caras de la moneda. Mientras una sufre por tooooodo lo que le pasa a tooooodo el mundo, la otra sólo siente el dolor ajeno si ese dolor lo sufre alguien cercano, muy muy cercano, y no siempre, depende si le parece ese dolor real y justificado o no. Yo, hasta hace unos meses, era más parecida a la primera, no tanto, he de reconocerlo, pero me acercaba, sentía el dolor ajeno como un dolor propio. Pero, de un tiempo a esta parte, me he vuelto de piedra, ya ni siquiera puedo disimularlo. Como me dijo alguien hace poco, "Al menos te das cuenta de que algunas veces eres muy fría, ya es algo". Y el hecho de que vaya cada vez a más me preocupa. Sí, sí, me preocupa, porque no soy yo, al menos no soy la que he sido siempre, y en teoría, a mi edad, la gente ya no cambia ¿o sí?

miércoles, 22 de enero de 2014

Baby Boom

Este año tendrá que ser considerado como un Baby Boom. Tengo un montón de amigas embarazadas. Y me alegro muchísimo por ellas. El problema es que con mi memoria de pez meto una pata tras otra. Resulta que quien pienso que espera para julio, es para marzo o quien pensaba para mayo es para agosto, y así todas. Así que perdonarme chicas si parece que no pongo atención a vuestro embarazo (que soy consciente que es uno de los momentos más importantes en vuestra vida) cuando me tenéis que repetir cada vez para cuando es el bebé. Luego está el de si es niño o niña... también tengo un "pequeño" cacao mental. Cuando pregunto si saben el nombre y me dicen "fulanito" yo me quedo sin palabras porque hasta ese mismo instante pensaba que iba a ser una "menganita". O cuando pregunto si ya saben si es niño o niña y resulta que está de ocho meses y medio. En fin, un verdadero desastre. Pero ya sabéis que no hay mala intención, es sólo que en mi cerebro a veces se colapsa el disco duro y en esos momentos no hay manera de encontrar el archivo correcto.

martes, 14 de enero de 2014

¿Qué es una cabina?

Hace unas semanas estaban dos de mis sobrinos jugando en casa de mi madre. Estaban jugando con unas piezas grandes de plástico de colores que puedes ir encajando una encima de la otra y habían decidido construir la ciudad de Londres. Habían hecho la noria, el río y el Big Ben al que además habían pegado un reloj de papel y unos soldados de la guardia real inglesa. En el puente habían puesto coches de juguetes y un par de coches rojos más altos que querían ser los autobuses de dos pisos. Al verlo les dije: sólo os faltan las cabinas. Mi sobrina de 7 años me dijo ¿cabinas? y el de 5 me preguntó ¿qué es una cabina? Lo miré intrigada y vi en su cara que me preguntaba por una cabina con la misma noción que tendría sobre el acelerador de partículas, es decir, ninguna. Me sentí antigua, prehistórica del Pleistoceno Medio. Suspiré y le expliqué que son los teléfonos que hay en las calles. La misma mirada de "no tengo ni idea de lo que me estás contando". Entonces me acordé del tiempo en que las usaba, lo desesperante que era no llevar monedas de 25 pesetas cuando tenías que avisar en casa de que llegarías tarde, o de lo que irritaba el ver que se te tragaba todas las monedas cuando habías hecho una llamada de medio segundo y lo peor de todo, cuando peleabas con esas puertas imposibles diseñadas por el mismísimo diablo. Ahora llevo unos días que cuando paseo por la calle y veo un teléfono me siento reconfortada, aún existen, no sé si se usan, pero tienen una importantísima función social, siento que no soy tan anticuada.

martes, 7 de enero de 2014

Adiós Navidad

Ayer por la noche se acabaron oficialmente las vacaciones navideñas y por lo que he visto en el calendario no hay un sólo día de fiesta hasta Semana Santa... en abril... ¡Y yo que llevo soñando con el verano desde octubre! Es que el frío y yo no nos llevamos nada bien. En cuanto llega tengo ganas de darle una patada. Además he conseguido dos quilos más que ayer rematé con el roscón de reyes. ¿Por qué en Navidad se come como si no hubiera un mañana? Digo yo, que toda esa cantidad de comida repartida a lo largo del año sería muchísimo más saludable, ¿no? Y para acabarlo de arreglar hemos empezado un nuevo año, y como siempre, nos ponemos esos propósitos imposibles que sabemos perfectamente que no vamos a cumplir, pero nos gusta engañarnos a nosotros mismos porque encima nos hace sentir mejor. El cerebro del ser humano es alucinante, y no siempre de una manera positiva. Que el autoengaño nos tranquilice la conciencia, a mi que me perdonen, pero es una soberana tontería. ¿Mis propósitos? No tener miedo. Ahí queda eso.