miércoles, 7 de mayo de 2014

Desfile de novias

Ayer estuve en el desfile de Rosa Clará, y al ver todos esos maravillosos vestidos, durante una milésima de segundo pensé: ¡Yo quiero ponerme uno de esos! Luego mi cerebro racional me recordó que casarse no es ponerse un vestido sino que es aceptar a otra persona con todas sus consecuencias. Me di cuenta de que aún no estoy preparada para un "toda la vida". Cuando le dije a mi madre que me había encantado y que incluso pensé en que quería casarme para poder llevar uno de esos vestidos, ella, madre tenía que ser, vio un rayo de esperanza. ¡Angelita! Las madres no pierden nunca la fe, aunque sus hijas sean unas solteras irrecuperables. Según ella, ya he dado un gran paso, al menos quiero ponerme el vestido, así que aún tengo remedio. Yo no lo creo. Una cosa es que me gustasen los vestidos y otra que quiera asumir todo lo que el vestido conlleva. Y para eso aún estoy muuuuuy lejos. ¿Pero por qué las madres tienen tantas ganas de casar a sus hijos? Es algo que a día de hoy todavía no entiendo.