lunes, 24 de febrero de 2014

Mi móvil y yo

Mi móvil y yo estamos muy, pero que muy peleados últimamente y no sé si esto tendrá arreglo, más bien creo que voy a dejarlo por uno más joven, que este ya está con demencia senil. Hace ya algún tiempo que de pronto decide declararse en huelga, sin servicios mínimos, y bloquea la tecla central, lo que hace que sea muy parecido al teléfono de juguete de mis sobrinos. Pero ayer me la hizo más gorda. De pronto vi una llamada perdida. Me sorprendió, ya que no esperaba para nada que esa persona me llamara. Como en ese momento no podía hablar, decidí enviarle un whatsapp diciendo que había visto su llamada, que ahora no podía hablar pero que le devolvería la llamada por la noche. Cual es mi sorpresa cuando recibo la siguiente contestación: "Sorry, debe de ser un error, yo no te he llamado". Vale, pensé flipando. Comprobé las llamadas no fuera que me hubiera leído mal el nombre. No, no, ahí estaba. Es decir, que mi móvil se inventa llamadas perdidas. ¡Lo que me faltaba! Así que si me dejáis una llamada perdida, volver a intentarlo, ya que como no me puedo fiar de mi teléfono, no pienso devolverlas, no vaya a ser que sean falsas.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Las aceras.

Cada día me irrita más lo poco civilizada que es la gente cuando anda por la calle. Por ejemplo, van cuatro amigos por una acera de medio metro y van uno al lado del otro al ritmo de tortuga coja. Yo, que quiero adelantarlos ya que tengo prisa, no encuentro la manera, así que al final tengo que sortear árboles, farolas y coches y bajarme de la acera para poder pasar por delante y no llegar tarde. Luego hay los que son incapaces de andar en línea recta. A ver, que no es tan difícil. Otra vez el ritmo de la tortuga... así que intento adelantar por la derecha y el de delante se mueve hacía la derecha, intento aprovechar un hueco por la izquierda y se va hacía la izquierda, y yo con ganas de apartarlo con un empujón, pero claro, no quiero líos así que volvemos a los árboles, farolas, etc. Luego los hay que se encuentran en la calle y se para a comentar en medio de la acera. Hace un par de semanas tuve que subirme a un escalón de más de medio metro para poder pasar. Lo peor era que antes que yo había visto a una señora teniendo que hacer lo mismo, y al pasar yo, me giré, y ahí seguían, hablando como si tal cosa. En fin, que habría que enseñar a la gente que la acera es de todos y no es terreno conquistable. A ver si en las miles de las reformas educativas a las que empezamos estar acostumbrados, algún ministro incluye esta asignatura, que creo que tenemos pendiente.