viernes, 26 de febrero de 2010

El resignado

Ayer tuve unas copas de despedida de un amigo que se vuelve a Italia. Se va de Madrid, sniff, sniff, porque en su trabajo no estaba contento y porque como él mismo dice, después de más de dos años fuera ya va siendo hora de volver a casa. Se vuelve con sus familia, sus amigos y su novia.

Su novia con las que lleva varios años pero con la que se pelea hoy y mañana también. Parece que ahora hace unos días que ni siquiera se hablan. Y tu te preguntas ¿por qué siguen? Es un misterio que ni él contesta. ¿Y qué vas a hacer? le preguntamos los amigos. Y su increíble respuesta es "supongo que ahora habrá que casarse"

Sí, yo tampoco he conseguido cerrar boca, llevo así desde ayer. Menos mal que no estamos en verano y no hay moscas... me habría tragado unas cuantas. Toda la frase en sí es digna de análisis. Para empezar el supongo. Para dar un paso así no puedes empezar suponiendo. Tienes que estar totalmente seguro de lo que haces porque es "hasta que la muerte os separe". Sí, lo sé, existe el divorcio express, pero si lo consideras antes de decir el "sí quiero" ¿no es una contradicción? Uno decide compartir toda su vida con alguien, no un ratito hasta que se canse.

¿Y qué hay del "habrá que"? Sólo le faltó un gran suspiro. Es como si se encontrara en un callejón sin salida. Como si se hubiera resignado a lo que considera su única opción. ¡Es de locos! Yo le daría ideas pero no se muestra muy comunicativo y creo que lo último que quiere es que yo le aconseje. Supongo que pronto tendré noticias de boda.

jueves, 25 de febrero de 2010

Comedias románticas

Hay quien cree que he visto demasiadas películas románticas, yo creo que no he visto las suficientes... Quienes lo dicen, lo hacen porque opinan que mi visión del amor es como "An Affair to Remember", "Tu y yo" en español (¿quién traduce los títulos?!!), Cary Grant, Debora Kerr... ¡Ay! Ya no hacen películas así... Nada más lejos de la realidad. Justamente si las veo es porque en el mundo real sé que eso es imposible.

A ver dónde se ha visto que un hombre (Colin Firth), que conoce a una portuguesa con la cual no se entiende, decide plantar a toda su familia en Navidad para pedirle que se case con él. Y lo más increíble, ella le dice que sí!!! O que un niño pida en un programa de radio una novia para su padre y quien conteste sea Meg Ryan. ¡Venga ya!

Es cierto que en el fondo, muy en el fondo, todas queremos ser Elisabeth Bennett y encontrar a Mr. Darcy, que aunque es bastante torpe (y un poco seco al principio) llega a declararse tres veces. No le desanima la primera calabaza (en la que además ella se ensaña), tampoco el hecho que cuando va la segunda vez a declararse la hermana de Miss Benett se ha fugado con su mayor enemigo (en esa época a ver quien es el guapo que se relaciona con una familia así) y llega una tercera vez donde por fin, ella le dice que sí.

Sé que eso en el siglo XXI es imposible pero las comedias románticas me sirven para evadirme e imaginarme que quizás sí exista un hombre capaz de darlo todo sin saber a ciencia cierta que la otra persona le corresponde, que lo haga simplemente porque no lo puede evitar. ¿Es pedir demasiado?






miércoles, 24 de febrero de 2010

El horóscopo

Ayer mi horóscopo decía, y cito literalmente: "En tanto llega la energía que se prevé animará su vida con situaciones felices, debe mantenerse atento y confiado de que todo se va a solucionar." Vaya, que me quede tranquilita en casa que todos mis problemas se solucionarán solos en algún momento. Sólo tengo que esperar la energía...

No sé quién escribe los horóscopos en el periódico, pero realmente se luce. Además, ¿cómo puede ser determinante para todas las personas que han nacido en un determinado mes del año? Y eso que éste es el del periódico, pero si lees alguno de una revista que en vez de dos líneas por signo, le dan un párrafo, ya flipas. También hay los que te dicen que como tu Casa IV está en Marte mañana te pillará la lluvia sin paraguas, y tu te quedas pensando que no tienes una Casa IV (ni III, ni II, ni I) y mucho menos en Marte habiendo tantos sitios terrícolas mucho más apetecibles.

Pero a pesar de eso, no puedo evitar leerlo todos los días. Empiezo siempre el periódico por el final (manía aprendida de mi madre, no me preguntéis porqué) y antes de llegar a cultura, ahí está, el horóscopo, y lo leo, sí lo leo. Pero en cuanto giro la siguiente página se me ha olvidado totalmente qué decía mi horóscopo.

martes, 23 de febrero de 2010

El primer paso

¿Quién tiene que dar el primer paso? Yo siempre he creído que el hombre aunque por lo visto, las mujeres están cada vez más dispuestas a darlo. Yo, de momento, no me he modernizado tanto y sigo con las viejas costumbres.

Una amiga mía, en un ataque de valentía, decidió dar ella el primer paso. En una fiesta conoció a un chico encantador con el que estuvo hablando casi toda la noche. Llegado el momento de la despedida, ella le pidió el teléfono. Él con una sonrisa se lo dio pareciendo encantado. Pasaron varios días y ella decidió llamarlo para quedar y tomar una copa. Como respuesta, él salió corriendo y aún sigue (hay noticias de que se le ha divisado en Australia). Mi amiga me llamó sorprendida, ¿Por qué se asustó de que le llamara? ¿Qué creyó que iba a hacer con su número de teléfono cuando se lo pedí? ¿Tengo cara de coleccionista de teléfonos? Le tuve que explicar que un hombre opina que queda peor si no nos pide el teléfono que si nos lo pide y no llama. Así que cuando te piden el teléfono existe la posibilidad que sea por "su sentido" de la educación.

Hace una semana, esta misma amiga (¡angelita!, le pasa todo a ella) en una cena conoció a otro tipo encantador. Llegado el momento, ella, escaldada de la última vez, calló como una muerta. Él le pidió el teléfono. Hasta ahí todo bien, sino fuera porque aún no ha llamado y ella va pegada al móvil como una posesa y no puedes ocupar su línea más de cinco minutos, no vaya a ser...

En fin, que si nosotras damos el primer paso, ellos huyen despavoridos y si dejamos que ellos lo den, corremos el peligro de acabar en una institución mental para neuróticas. ¿Qué se supone que quieren los hombres que hagamos?

lunes, 22 de febrero de 2010

El abismo

Al borde del abismo es como me sentía ayer. Hablé con algún amigo pidiendo que me empujara para así acabar cuánto antes con ese malestar. No era depresión sino un catarrazo que me dejó toda la tarde postrada en el sofá. Era una tarde lluviosa de domingo así que me instalé delante de la tele con una manta, una infusión y agarrada a un "kleanex". En realidad no era para tanto pero soy muy mala enferma aunque soy consciente que no tengo derecho a quejarme, es el primero que cojo en todo el invierno, y teniendo en cuenta el "tiempecito" que ha hecho, he tenido mucha suerte.

El problema que tengo cuando estoy así es que mi cabeza cree que va a explotar (a parte de que me duele todo el cuerpo) y empieza a dar vueltas a las cosas más absurdas. Y como mi mente no está en la mejor de sus facultades, no consigo llegar a conclusiones reales y lógicas. En vez de eso, crea las más increíbles paranoias y se entretiene en fundamentarlas. Por suerte hoy ya estoy mucho mejor y he escondido en algún rincón de mi cerebro todas esas comeduras de coco para no volver a ellas durante una temporada. Eso sí, voy dopada a base de paracetamol y aún no he conseguido separarme del pañuelo...

viernes, 19 de febrero de 2010

El esquí

Se nota que estamos en plena temporada de esquí. No hago más que responder a la pregunta de por qué no esquío. Si no esquío es porque creo que hay formas más suaves y menos dolorosas de suicidarse y el suicidio no está entre mis planes. Pero a parte de esto, que he de reconocer que es una exageración de las mías, hay otras razones.

La primera es que tengo vértigo. Y cuando digo vértigo no me refiero a tener una gran impresión cuando estoy al borde de un acantilado. Mi vértigo se manifiesta incluso ante determinado tipo de escaleras en las que veo que los escalones se mueven y soy incapaz de calcular la distancia entre uno y otro. Así que el hecho de tirarme por una pendiente con dos maderas (bueno ahora deben ser de grafito o cualquier otro material más sofisticado) no es mi idea de la diversión.

La otra razón es que aunque no tuviera vértigo, nunca he destacado por mi habilidad en los deportes, más bien por todo lo contrario. Soy bastante patosa y eso lo demuestra el hecho que me he roto desde la pierna hasta la clavícula pasando por las muñecas, etc., lo que me convierte en una candidata perfecta para vídeos de primera y mi autoestima no es tan alta como para soportarlo.

En fin, que no, que ni el esquí está hecho para mí, ni yo estoy hecha para él. Es una pena porque casi todos mis amigos esquían, pero el fin de semana que desaparecen en la nieve me gusta aprovecharlo y tener tiempo sólo y exclusivamente para mí.

jueves, 18 de febrero de 2010

El hombre caballeroso

Me encantan los hombres caballerosos. Me encanta que me abran la puerta del coche, que me dejen pasar primero, que me dejen su jersey, a riesgo de coger una pulmonía, porque yo tengo frío, que me ayuden a ponerme el abrigo, me encantan todas estas cosas pequeñas que te hacen la vida más agradable. Pero todo esto se está perdiendo y es una pena. Cada vez quedan menos hombres así, no sé si es culpa nuestra, de las mujeres, por querer reivindicar nuestro sitio en este mundo, o porque ellos son cada vez más pasotas.

Hay quien dice que el caballero es fruto de una educación machista, yo le llamo educación y punto. Forma parte del cortejo. Igual que nosotras nos ponemos ese conjunto que nos sienta de miedo, nos maquillamos y ponemos la mejor de las sonrisas cuando estamos con el sexo opuesto, ellos nos brindan pequeños detalles que nos llegan al alma. Tengo un amigo que incluso camina por el lado de los coches y te deja a tí la parte interior de la acera. ¿No es un detallazo?

Tengo suerte y la mayoría de mis amigos, he de reconocer, tienen esos gestos. Pero de vez en cuando te presentan a algún elemento que no hay por donde cogerlo. No sólo no se molesta lo más mínimo en hacerte sentir estupenda sino que se toma la delantera en todos los privilegios que tenemos por ser mujer.

Espero que el hombre caballeroso vuelva a ponerse de moda porque, chicos, tengo que deciros que eso nos encanta y suma muchos puntos en el ranking.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Publicidad engañosa

Nos engañan, sí, sí, los anuncios nos hacen creer en cosas imposibles. El mismo lunes, sin ir más lejos pude comprobarlo. Me lavé la cabeza con un champú que te dejan el pelo liso perfecto y añadí el acondicionador. Antes de empezar a secármelo me puse el serum, el protector de calor y el antiencrespamiento. Cuando hube acabado tenía el pelo más liso que Cleopatra. Salí a la calle, lo sé, nevaba, pero tenía que hacer la compra porque el eco de mi nevera no me dejaba dormir por las noches. Pero aunque nevara, según los anuncios de estos productos, no tenía de que preocuparme, ya que tienen una especie de repelente de la humedad.

Así que salí con mi paraguas dispuesta a hacer de maruja. Aún no nevaba mucho así que llegué al supermercado con bastante dignidad. El problema vino al salir. Ya no nevaba, aquello era una ventisca. Además la nieve no cae recta de arriba a abajo sino en diagonal, por lo que en el camino a casa, mientras ahora giro una esquina, ahora cruzo, ahora espero el semáforo, cayeron algunos copos de nieve en mi recién planchada cabeza.

Me subí en el ascensor que tiene un espejo y una luz que te da un color a la cara como si un vampiro te hubiera chupado toda la sangre. Cuando me vi me quise morir. Ríete tú del león de la metro, yo era igualita sino fuera porque no rugía, y no por falta de ganas. Eso sí, tengo que agradecer a la providencia que fuera misericordiosa conmigo y al menos no me encontrara a nadie en el camino. Sólo el portero tuvo el honor de ver la transformación (yo creo que piensa que vivimos dos en mi casa, porque no pudo salir una más distinta de la que entró).

El martes no tuve más remedio que volver a la perfumería y comprarme un set completo nuevo para el pelo, pero esta vez de otra marca. Vamos a ver si hay alguna que no miente.

martes, 16 de febrero de 2010

Enganchada

Hay mujeres que viven enganchadas a un amor platónico. Yo misma estoy enamorada de Pierce Brosnan desde que tengo 15 años y veo todas sus películas, sean buenas o malas, ya que lo que me interesa son los primeros planos. Pero lo grave es cuando una mujer se engancha a una persona de su entorno. Tengo varias amigas que siguen totalmente atadas a un hombre que está en su vida pero no del modo que ellas quisieran. Durante el "enganche" pasan por distintas etapas.

La primera etapa es cuando conocen o descubren sus sentimientos hacia esa persona. Durante un tiempo analizan cada detalle para crearse la falsa esperanza de que esa persona tiene un especial interés en ella. Así que comentan y desmenuzan con las amigas cada encuentro, cada llamada, mensaje o email. Es un estado de ansiedad que las vuelve, a veces, un poco majaras.

Luego llegan a la fase en la que chocan con la realidad. Y sí, chocan, porque rara vez se dan cuenta poco a poco, generalmente se encuentran con que esa persona sí está mostrando real interés por otra mujer... Entonces entran en un estado de tristeza y creen que, quizás, si le hubieran dicho sus sentimientos a tiempo eso no hubiera ocurrido. Pero la realidad es que probablemente el resultado hubiera sido exactamente el mismo sólo que encima con el orgullo herido.

La tercera fase es la negación. Sí, sí, niegan que sigan enganchadas a él. Una amiga mía llegó a decirme que no estaba enganchada a él porque sólo pensaba en él cuando no había nadie más. ¿Perdón? Si sigues pensando en él, da igual la circunstancia, sigues enganchada. He de reconocer que en ese momento están en un estado más tranquilo, un falso "zen".

Finalmente, la última fase es la de superación. Es la más larga pero la más satisfactoria. Un día, de pronto, lo miran fijamente y se dan cuenta que han estado perdiendo el tiempo miserablemente dedicando sus pensamientos a alguien que mientras tanto ha seguido con su vida. Cuando ese día llega ya están preparadas para engancharse al siguiente porque, en el fondo, es adictivo.

lunes, 15 de febrero de 2010

Ataque de pánico

Lo reconozco, soy propensa a los ataques de pánico, sentimentalmente hablando. Cuando empieza el tonteo con alguien hay un momento que tengo ganas de gritar y salir corriendo. Y encima lo hago (no lo de gritar pero sí salgo corriendo). Luego se me pasa, claro, pero ese instante ha sido terrible.

No me gustan las sorpresas. Lo siento pero no me gusta que de pronto alguien cambie de actitud hacia mí sin motivo aparente. Eso me asusta porque no lo entiendo. Y además no me lo creo. No creo que una persona cambie la opinión que tenía sobre mí de la noche a la mañana. Puede que ocurra, como insisten algunos amigos míos, pero a mí me mosquea.

Así que, cuando eso pasa, suelo ponerme a la defensiva porque no creo en la sinceridad de lo que me están contando. Luego, pasan los días y, si esa persona ha insistido un poquito puede que consiga que le dé el beneficio de la duda, pero tiene que currárselo mucho para que realmente me lo crea.

viernes, 12 de febrero de 2010

Las cajas

Después de que me ha llegado varias veces y de distintos orígenes el famoso vídeo en el que explican el funcionamiento del cerebro femenino y masculino, no puedo más que comentarlo.

Lo primero que explica es que el cerebro se divide en diferentes cajas: dinero, amor, trabajo... y la gran diferencia entre hombres y mujeres es que en el cerebro de los hombres esas cajas no se comunican entre sí, mientras que en el de las mujeres todo está relacionado. Eso no puede ser más cierto. Nosotras relacionamos el amor con la familia, la familia con el dinero, el dinero con el trabajo, el trabajo con el tiempo libre, el tiempo libre con las compras... y así hasta relacionar cada caja con las demás cajas. En cambio, ni se te ocurra hablarle a un hombre de la cena que tienes la semana que viene en casa de sus padres cuando estabais discutiendo sobre la alarma que queréis instalar. Son dos cosas que, para ellos, no tienen nada que ver entre ellas (aunque tú hayas relacionado el hecho de que esa noche estaréis fuera de casa y te gustaría que la alarma estuviera ya instalada).

Después, el vídeo nos descubre una caja que es sólo masculina. En esa caja no hay NADA, absolutamente nada. Y cuando abren esa caja se da ese momento que a toda mujer irrita. Él está medio tumbado en el sofá, te acercas y preguntas "¿en qué piensas?" a lo que el hombre contesta "en nada". ¡Nada! Eso, a las mujeres nos parece imposible. ¡No se puede pensar en nada! Así que insistes, "Va, venga, dime en que piensas" Y él... también insiste "Ya te lo he dicho, en nada". Tu crees que no se atreve a decírtelo por si te enfadas. ¿Pensará que estoy gorda? ¿Se habrá enamorado de otra? Seguro que aquella bruja de la oficina le está acosando, y claro, la carne es débil. Así que vuelves al ataque, "Puedes decírmelo, sea lo que sea, no me enfadaré" (claro que te enfadarás, en realidad ya lo estás, pero crees que si se lo dices no te lo contará nunca). Pero realmente estaba pensando en nada. Así que tú irritada sales de la habitación diciendo "ya no hablamos nunca" y te dura el mal humor durante un buen rato.

Por favor, cuando os preguntemos en qué estáis pensando, aunque esteis en esa famosa caja, no contestéis "en nada", eso nos pone de los nervios, nuestro cerebro no está diseñado para tener un minuto en blanco y esa respuesta nos crea un cortocircuito que hace que estalle hasta la mujer más comprensiva.


jueves, 11 de febrero de 2010

La película

Las mujeres, y no tendría que contarlo, tenemos la fea costumbre de montarnos una película a partir del detalle más tonto. Pero eso no es lo peor. Lo peor viene cuando intentan desmontarla. Nosotras le hemos dado tantas vueltas a cada punto que los cabos están más atados que en una de las mejores novelas de Agatha Christie.

Así que de un mensaje, un comentario o una simple mirada, nosotras creamos verdaderas conspiraciones irrebatibles. Para acabarlo de arreglar, el hombre que intenta quitarnos de la cabeza lo que a él le parece una idea de lo más absurda, empieza mal. Su frase suele ser: ésto son imaginaciones tuyas. A lo que nosotras oímos: estás loca. Y, claro, eso no ayuda.

Luego, viendo que por ahí no va bien, empieza a negarlo todo. Lo cual tampoco es una buena táctica. Finalmente da miles de explicaciones que nosotras no escuchamos porque estamos totalmente convencidas de la historia que nos hemos montado.

Más vale que simplemente diga "lo siento" y nos compense de alguna manera (normalmente un abrazo y un beso funciona). Lo sé, es injusto, pero ¿quién ha dicho que la vida es justa?

miércoles, 10 de febrero de 2010

Chica chica

Lo de catalogar a las personas, en realidad, me parece bastante desagradable pero he aprendido una nueva forma de etiquetar a la gente, me la enseñaron el pasado sábado. Ahora además del bajo/alto, guapo/feo, simpático/ borde, etc., existe esta otra tanda de características.

Empecemos por el chico - chico, que por lo que yo entendí, es el hombre que no entiende, ni pretende entender, a las mujeres. Este especímen creo que es el más abundante entre los hombres de hoy en día. El chico - chica, en cambio, es aquél que tiene un lado "femenino" o sensible como le llaman algunos cursis. Los chico - chica creo que empiezan a aumentar en número pero tengo miedo que acaben confundiéndose con los metrosexuales, que no son más que un conjunto de hombres presumidos que tardan más que yo en arreglarse, y lo siento, pero eso en un hombre no lo puedo soportar.

Y ahora venimos nosotras: chica - chico es aquélla que comprende como funciona la mentalidad de los hombres. Mis heroínas si es que realmente existen y no son meras leyendas urbanas. Y, las que como yo, somos chica - chica, es decir que en cuanto a hombres se refiere estamos más perdidas que un pulpo en un garaje. En fin que si hay alguna chica - chico por aquí, le rogaría que se tomase la molestia en explicarme como funciona el cerebro masculino, prometo estar atenta y tomar apuntes.




martes, 9 de febrero de 2010

Decir que no

Hay que aprender a decir que no. Es más, creo que ser demasiado buena también es delito. Hay gente que juega con tu buena fe y con tu educación, que sabe que no les vas a negar un favor, y está muy bien, te ganas el cielo con eso, pero pueden convertirte la tierra en un infierno.

A mí no me importa nada ayudar a alguien si está en mi mano pero cuando creo que se están aprovechando de mí me da muchísima rabia y llega un punto que digo que no, me cuesta, pero acabo diciéndolo. En ese momento, quien me estaba explotando se sorprende, "¡Vaya!", piensan, "no puedo seguir aprovechándome, y yo que creía que tenía una mina". Entonces te miran con cara de perrito abandonado y ahí has de ser fuerte, porque si cedes, ¡pam! otra vez vuelven a empezar. Tu les tiendes la mano y te agarran del cuello hasta que intentas gritar porque no puedes respirar.

Cuando digo que no, primero me siento mal, creo que he sido mala persona, pero una vez meditados todos lo acontecimientos, me siento peor, me siento como una idiota porque debería haberlo dicho mucho antes y me hubiera ahorrado un disgusto.

lunes, 8 de febrero de 2010

Abrazar la soltería

Este fin de semana me han dado mucho tema, pero el que más me ha impresionado (por no decir que estoy en estado de shock) es cuando alguien me dijo que había abrazado la soltería. No es nada malo, creo que, de vez en cuando, incluso es sano. Te sirve para pensar en ti, descubrir qué es lo que quieres y además darte cuenta de que estar acompañada es genial pero sola también tiene su punto. El shock vino cuando me dijo que eso lo había decidido hace 12 años, sí, sí, 12 años. A mí que me perdone pero eso ya es exagerado.

Cuando le pregunté el porqué de esa drástica decisión me dijo, muy seria, que se había dado cuenta de que ella no estaba hecha para vivir en pareja. Bueno, eso es posible, yo no lo creo, no creo que el ser humano esté diseñado para vivir solo, pero es posible. El problema es que ese gran descubrimiento lo hizo con 25 años. Con 25 años no estás hecha ni para vivir en pareja, ni para estar sola, ni casi, casi, para nada.

Pero ella está convencida y cerrada en banda , no se permite pensar que quizás ha cambiado en estos 12 años y puede que ahora ya está preparada. Así que no mira a su alrededor por si hubiera un galán dispuesto a hacerle cambiar de opinión. Y cuando no miras es difícil ver.


viernes, 5 de febrero de 2010

El cotilla

A la gente le encanta hablar de las vidas ajenas. Hay especialistas en el cotilleo que siempre tienen la última noticia sobre la vida de los demás. Normalmente presume de conocer a su víctima (aunque sólo la haya visto dos veces en la cola del supermercado) y de saberlo de primera mano (aunque quien se lo haya contado sea la cajera de ese mismo supermercado).Va divulgando rumores sin inmutarse, sin ni siquiera preguntarse si hay algo de verdad en eso.

Yo siempre he tenido fama de ser la última en enterarme de las cosas. Supongo que es porque no pregunto, creo que las personas cuando te quieren contar algo, lo hacen, y si no ¿quién eres tú para inmiscuirte en su vida? Por otro lado, también tengo facilidad para enterarme de las cosas que menos me importan. No sé cómo, pero siempre acaban contándome la vida de los demás, aunque sea de personas que, por distintas razones, ya no formen parte de mi vida. Lo cierto es que no me interesa. Me interesa saber cómo les va a mi familia y a mis amigos, pero el resto... no presto mayor atención.

El ser humano es morboso por naturaleza y aunque me gustaría que no existiera el cotilla, es imposible, sólo hay que ver los programas con más audiencia en televisión.

jueves, 4 de febrero de 2010

La mosquita muerta

La mosquita muerta es una mujer que parece que no está, que no hace ruido pero que en cuanto te descuidas te ha clavado un puñal por la espalda. Es peligrosa porque parece inofensiva. Suele tener un tono de voz dulce y unas maneras suaves, pero hazla enfadar y verás en directo la transformación de Dr. Jekyll en Mr. Hyde.

Suele conseguir que confíes en ella, que le cuentes lo que te ocurre y luego utiliza toda esa información en tu contra. Además, cuando ya te ha traicionado, te das cuenta que tu de ella no sabes nada, que mientras tu hablabas, ella siempre estaba callada. Creías que era atención a tus problemas, ¡qué generosa! pensabas, cuando en realidad estaba procesando datos.

Pero tarde o temprano se quita el disfraz porque su naturaleza es malvada y la interpretación (digna de un Oscar, por cierto) llega un momento que cansa, que el cuerpo no lo aguanta y sale a la luz su verdadero yo. Y tú te quedas atónita de la nueva personalidad que sale a flote. Desgraciadamente suele ser demasiado tarde porque ya te la ha jugado.

Así que nos fiéis de las mujeres que son demasiado buenas, porque todas tenemos ese punto de "malas" que nos hace imperfectas y a la vez más interesantes.


miércoles, 3 de febrero de 2010

Fuera de tono

No me gustan los comentarios fuera de tono. Hay hombres que se creen muy ingeniosos por saber hacer un juego de palabras y hay mujeres que se creen muy modernas porque no les escandalizan.

A mí, personalmente, me parecen de mal gusto y de muy mala educación. No existe ninguna ocasión donde sean adecuados. Habrá quien me llame "carca", pero si así evito el tener que escucharlos, bienvenido sea el nombre. No me importa. Es más, creo que eso hace que mucho "listillo" ya no se atreva a decir según qué cosas.

A ver si aprendemos que se puede ser divertido sin tener que ruborizar a nadie. Algo a lo que, además, yo tengo bastante facilidad.


martes, 2 de febrero de 2010

Los goles

No soy la mejor portera del mundo. En realidad, no llego ni a mediocre. Los hombres me meten gol tras gol y yo casi ni me entero que ha pasado la pelota. Y no mejoro...

Los hay profesionales, verdaderos pichichis de la liga. Esos son peligrosísimos porque por muy alerta que estés, ellos te confunden y te hacen creer que traman una jugada cuando luego realizan la contraria. Yo, mujer del siglo XXI, creo que ya no pueden sorprenderme y, oye, siempre lo consiguen. No sé si es que mi capacidad de sorpresa es ilimitada o que la gente cada vez es más creativa.

Me gustaría dominar la ciencia de la portería, es decir, estar atenta a la pelota, vigilar a los jugadores e intentar adivinar sus próximas jugadas. Pero en vez de eso, ignoro la pelota, los demás jugadores me importan un pimiento y no espero jugada alguna. Por eso siempre acabo perdiendo los partidos por goleada. Eso sí, voy a intentar este año parar un gol, sólo uno, y me daré por satisfecha.


lunes, 1 de febrero de 2010

Sé mala

Sé mala... al revés que E.T., ese es el consejo que me da un amigo mío. Claro, él no es extraterrestre, hombre (por lo que se le acerca), pero extraterrestre no. Normalmente no le hago mucho caso, por no decir ninguno, pero, de tanto en tanto, sale a relucir mi lado más oscuro y, soy mala. No soy malvada, pero buena, lo que se dice buena, tampoco.

Después de haber hecho o dicho alguna "maldad" llego a casa eufórica. Pensando: ¡Ja! ¿creías que podrías conmigo, eh? Me voy a dormir más feliz que nadie y me levanto rememorando el momento. Pero ¡ay! a medida que avanza el día, ese lado oscuro va volviendo a su recóndito rincón y "la fuerza" va tomando el control... La conciencia empieza a hacer preguntas y yo cada vez me voy haciendo más y más pequeñita y me voy sintiendo peor. Y durante varios días le doy vueltas al asunto y pienso: quizás, me pasé o espero que no le haya herido.

Por lo que creo que no me compensa unos minutos de desahogo por varios días de angustia. Es como los bombones: un minuto en el paladar y toda la vida en las caderas. He decidido enterrar mi lado oscuro para siempre. Aunque no prometo nada.