miércoles, 23 de julio de 2014

¡Mare de Déu, Senyor!

He vuelto al Sur y tres días después sigo recuperándome. Definitivamente llevan otro ritmo, tienen otro estómago y tienen otro hígado. Enlazas comida con cena, cena con recena y recena con desayuno. Y vuelta a empezar. Todo eso animado con manzanilla, rebujito, vino o copa. Más bailoteo, primero el flamenquito y luego el DJ de turno, y si quisieran, harían que bailaras incluso "La barbacoa" (que es una de esas canciones que has jurado que por encima de tu cadáver bailarías). ¿Y dormir? ¿Qué es eso? Y así pasas un fin de semana y cuando llegas el domingo a tu casa eres una piltrafilla, una sombra de ti misma y te das cuenta que la edad no perdona. Pero mi lado más positivo exclama ¡Pero que me quiten lo bailao! Sí, sí, que te quiten lo bailao, dice tu conciencia, pero estamos a miércoles y aun no estás 100% recuperada y te recuerdo que este fin de semana vuelves a tener que hacer maleta. No puedo esperar a que sea 1 de agosto y despertarme en mi isla bonita, ir a la playa y desconectar completamente del mundanal ruido. ¡Ayyyysss! Ya la veo, ya veo la luz al final del túnel.

miércoles, 16 de julio de 2014

Comer perdices

El otro día, mi sobrina de 10 años volvió a hacerme la "preguntita": tía ¿por qué no te has casado? Y a mi me dieron ganas de contarle la verdad, pero me paré a tiempo. Al fin y al cabo solo tiene 10 años y aun cree en príncipes y princesas, sin contar que la mayoría de las películas que ve y cuentos que lee acaban en boda con "y vivieron felices y comieron perdices". Partiendo de la base de que a mi las perdices no me gustan, lo de "vivieron felices"... en fin, dejémoslo. Si no me he casado es porque no he querido, punto. No todo el mundo está hecho para el matrimonio. ¡Qué manía! A mí me gusta entrar y salir sin tener que contar con otra persona. Eso de que cada vez te proponga un plan tengas que consultar a ver si al otro le va bien, pues no, no me apetece. Además me molesta muchísimo que me cambien las cosas de sitio, tener que dar conversación cuando lo que quiero es abstraerme del mundo o pelearme por el mando de la tele. Soy maniática, egoísta y terriblemente independiente y eso no creo que ayude en un matrimonio. Así que me niego a comer perdices. A mi sobrina no le contesté, cambié de tema, porque aunque no quise decirle la verdad, tampoco me gusta mentirle.

jueves, 10 de julio de 2014

Huelga de taxistas

La semana pasada llegué al aeropuerto de Barcelona desde Londres en el último vuelo, que es el que siempre se retrasa. En este caso nos tuvieron una hora en el avión esperando que algún técnico del aeropuerto se dignara a desengancharnos del finger. Cuando ya aterrizamos y llegué a la parada de taxis eran ya las once y media de la noche y me vi en una escena típica de una película del oeste, esa cuando la calle principal está totalmente vacía con un silencio atronador excepto por esa aguda y conocida musiquilla. Sólo faltaba ver pasar una zarza rodando por en medio de la calzada y hubiera empezado a decir palabras tipo forastero o sheriff. Cogí el Aerobus. Mi madre, una santa, me recogió en una de las únicas 4 paradas que hace y me llevó a mi casa. Eran ya más de las 12 de la noche. Resulta que los taxistas tienen derecho a hacer huelga sin respetar unos servicios mínimos. Desde la semana pasada les tengo manía. Sigo haciendo uso de ellos, qué remedio, pero mientras antes siempre les dejaba una propinilla ahora ya no les perdono ni el céntimo. ¿Me dejan tirada en el aeropuerto y yo tengo que hacer como que aquí no ha pasado nada? Ah no, eso sí que no. Así que llevo a cabo mi pequeña venganza. Pero insisto, ¿por qué no se les obliga a cumplir unos servicios mínimos? Al final siempre pagamos los mismos.