jueves, 10 de julio de 2014

Huelga de taxistas

La semana pasada llegué al aeropuerto de Barcelona desde Londres en el último vuelo, que es el que siempre se retrasa. En este caso nos tuvieron una hora en el avión esperando que algún técnico del aeropuerto se dignara a desengancharnos del finger. Cuando ya aterrizamos y llegué a la parada de taxis eran ya las once y media de la noche y me vi en una escena típica de una película del oeste, esa cuando la calle principal está totalmente vacía con un silencio atronador excepto por esa aguda y conocida musiquilla. Sólo faltaba ver pasar una zarza rodando por en medio de la calzada y hubiera empezado a decir palabras tipo forastero o sheriff. Cogí el Aerobus. Mi madre, una santa, me recogió en una de las únicas 4 paradas que hace y me llevó a mi casa. Eran ya más de las 12 de la noche. Resulta que los taxistas tienen derecho a hacer huelga sin respetar unos servicios mínimos. Desde la semana pasada les tengo manía. Sigo haciendo uso de ellos, qué remedio, pero mientras antes siempre les dejaba una propinilla ahora ya no les perdono ni el céntimo. ¿Me dejan tirada en el aeropuerto y yo tengo que hacer como que aquí no ha pasado nada? Ah no, eso sí que no. Así que llevo a cabo mi pequeña venganza. Pero insisto, ¿por qué no se les obliga a cumplir unos servicios mínimos? Al final siempre pagamos los mismos.

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