martes, 23 de diciembre de 2014

16 años más tarde...

El sábado a última hora de la tarde estaba con dos amigas en un bar cuando entraron un grupo de unos 10 chicos que tenían toda la pinta de venir de una de esas comidas navideñas que se dan tanto estos días. Uno de ellos, después de estar 10 minutos en la barra se acercó a una de mis amigas y le preguntó: ¿tú estabas en Escocia en 1998? En un primer momento pensé que era una de las frases más raras que había oído para ligar. Una mezcla de la típica "nos conocemos" con "estudias o trabajas". Mientras pensaba si eso le habría funcionado antes, oí de fondo a mi amiga que contestaba: sí. Y él preguntó ¿no te acuerdas de mí? Ella se quedó mirándolo, yo vi clarísimo que no, que no se acordaba de él, pero a los 20 segundos contestó, sí, sí, la verdad es que sí. ¡Mentirosa! pensé muerta de risa. Pero él se quedó encantado. Entonces empezaron la típica conversación del cuánto tiempo y que casualidad, hay que ver como pasa el tiempo... Cuando ya se fue, viendo que ella no estaba demasiado comunicativa (hay que decir en su defensa que, a parte de la sorpresa del inesperado encuentro, su timidez llega a cotas insospechadas) nos quedamos las tres comentando la jugada. La conclusión fue: ¡te ha reconocido después de 16 años sin verte! ¡Eso es porque estás igual! ¡Subidón al ego!

viernes, 12 de diciembre de 2014

Año nuevo ¿vida nueva?

Ya estamos otra vez en Navidad. Y en cuanto me descuide estoy en un nuevo año y en otra ciudad. Sí, sí, vuelvo a Madrid. Después de un año y medio en Barcelona, vuelvo a la capital. Lo que está muy bien, no me quejo. Madrid es una ciudad que me gusta, me siento cómoda y tengo muchos amigos. Tampoco es que en Barcelona haya parado mucho... creo que desde septiembre habré estado 5 o 6 fines de semana, el resto; ave de ida, ave de vuelta, avión arriba, avión abajo. Así que tampoco voy a notarlo tanto ¿no? Es cierto, no paro. Lo peor de todo es que me encanta. Así que cuando mis amigas me dicen que debería tener un novio pienso ¿y perderme todo esto? Ni en un millón de años. Porque seamos sinceros, por muy modernos que seamos, para cada plan que tienes, hay que ponerlo en común y ceder, porque no siempre se puede hacer lo que tú quieres ¿verdad? Y yo aún no estoy preparada para eso. En realidad no creo que lo esté nunca pero no se puede decir que de este agua no beberé que luego todo el mundo se apunta al "ya te lo dije". Así que, este año tampoco tendréis boda, eso sí, esperar a mi cumpleaños que me apetece mucho celebrarlo y no quiero que nadie falte.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Siempre lo mismo

El sábado quedé con dos amigas para cenar y como siempre quisieron hablar de lo mismo, lo lejos que están de alcanzar sus objetivos: casarse y tener niños. Yo sigo en mis trece; no quiero ni una cosa ni la otra, mis objetivos son otros, ni mejores, ni peores, sólo distintos. Según ellas, yo no quiero compañía porque tengo mucha "vida interior". ¡Jajaja! ¿Vida interior? Me lo aclaran: me puedo quedar toda una tarde en casa leyendo un libro, a ellas, la casa se les cae encima (por lo visto leer es tener mucha vida interior... no comment). Pues se puede salir a pasear, respondo. ¿Sola? Sí, hija sí sola. Es verdad que si vas con alguien puede ser mucho más ameno y divertido, pero elige bien a quien te acompañe, que si no, el paseo se puede convertir en un verdadero via crucis. Y además, pasear sola centrada en tus pensamientos, te puede aclarar mucho las ideas. Pero volviendo al tema, yo no es que no quiera compañía, la compañía me encanta, pero llega un punto en que me siento con una cadena en el pie, de esas que al final llevan una pesadísima bola, que impide que haga todas las cosas que me apetecen y entonces decido que esa "compañía" ya es una condena... lo sé, no tengo remedio, pero ¿por qué les molesta tanto?

jueves, 6 de noviembre de 2014

Cacerolada

Ya llevamos dos noches con la "gracia". Cerca de las 10, mis vecinos deciden salir a las ventanas con una cacerola y una cuchara y obsequiarnos con un concierto porque el TC dice que lo que pretenden el domingo es ilegal. Hasta ahora no he entrado al trapo, no voy a perder el tiempo discutiendo con personas a las que no voy a convencer, ni mucho menos van a convencerme a mí. En general, creo que todos sabéis lo que opino al respecto. He mostrado respeto a sus ideas, no me he enfadado por el hecho de que quieren hacerme elegir entre dos sentimientos que forman parte de mí: me siento tan española como catalana, fastidie a quien fastidie. Pero lo que sí que no voy a tolerar son las rabietas. Hasta mis sobrinos saben que es algo por lo que no paso. En vez de empezar a gritar y tirarse al suelo como hacen los niños cuando se les niega algo, mis vecinos deciden molestar al resto del vecindario. Vamos a ver; que ni Rajoy, ni el Gobierno ni nadie del TC que yo sepa vive en esta calle, que a quien estáis molestando a es a las personas que llegamos a casa de trabajar y lo que queremos es descansar, o peor, a los padres que después de una hora de lucha durmiendo a los niños, se desesperan porque vuelven a estar despiertos y encima de mal humor. Todos mis amigos que tenéis hijos, penséis lo que penséis, sabéis que eso es una faena. Así que si queréis protestar, si os divierte lo del ruido, ir a hacerlo a las 12 del mediodía a La Moncloa o a la sede del Tribunal Constitucional y a los demás dejarnos tranquilos, por favor.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Maletas.

Últimamente no paro de hacer y deshacer maletas. Me estoy convirtiendo en una profesional. El tetris ya no tiene ningún misterio para mí. Voy con una maleta del tamaño adecuado para no tener que facturar, es decir, mini. ¡Y consigo que me quepa todo lo necesario! Soy un crack. Y ahora que tengo dominado eso, este fin de semana me voy a París y facturaré maleta. ¿Y qué pasa cuando le dices a una mujer que puede llevar una maleta más grande? Exacto: la llena hasta arriba. Podría viajar con la pequeña, pero ya que facturo... así que en vez de meter los zapatos de tacón que van con todo, meto tres pares que va cada uno con su conjunto. En vez de meter un pantalón negro y un vaquero, meto el pantalón, el vaquero, tres faldas y un vestido. Y así suma y sigue. Menos mal que las compañías aéreas ponen un límite de peso porque aunque en París en noviembre haga frío y ni siquiera esté en la costa, soy capaz de poner hasta la toalla de la playa. Por si acaso.

martes, 21 de octubre de 2014

¿Exigente?

El sábado en una fiesta, estupenda por cierto, los maridos de tres amigas mías me cogieron por banda y me preguntaron por mi vida sentimental. Les dije que ahora mismo no había nadie a la vista. Me contestaron que eso era porque yo soy muy exigente. Me entró la risa. ¿Exigente? ¿En serio? Vamos a recordar los mínimos que pido: buena persona, que me quiera, trabajador y con buen carácter. Y que conste que van por ese orden. No soporto las que dicen que solo quieren que las quieran; eso es o mentira cochina o te equivocas y mucho. Una buena persona no te hará sufrir. En cambio, una que no lo es, aunque te quiera con locura, te va a dar una mala vida que yo sinceramente prefiero perdérmela. Que me quiera es obvio. Trabajador porque quien lo es significa que tiene un puntillo ambicioso que es bueno para triunfar en la vida, pero no exagerado, porque como ya he dicho que lo primero es que sea buena persona, lo ganará trabajando y no a base de zancadillas. Y finalmente buen carácter, porque son personas que ante las dificultades no te montan una escena, son capaces de reírse cuando meto la pata y saben animarte cuando las cosas van mal. No necesito más. Y ahora decirme: ¿de verdad estoy pidiendo demasiado? ¡Venga ya!

miércoles, 8 de octubre de 2014

Marketing

Últimamente me he fijado que las cremas hacen campañas de marketing de lo menos apetecible. Por ejemplo la que dice que tiene baba de caracol. Pero vamos a ver ¿qué mujer se quiere poner baba de caracol en la cara? ¡Puagh! Eso sin ir más allá porque entonces ya flipas. Digamos que la baba de caracol es buenísima, el descubrimiento de la eterna juventud, el elixir antiarrugas, etc. Bien, para hacer un potecito de crema de baba de caracol, ¿cuántos caracoles necesitan? ¿Y de dónde los sacan? ¿Van al bosque después de una tarde de lluvia o tiene un criadero? Vaya, que además de parecerme bastante desagradable untarme la cara con baba de caracol, encima ni siquiera sé si es verdad que la tiene. 
Pero aún hay una crema más lograda todavía: la de veneno de abeja. Según la Real Academia Española veneno es: sustancia que, incorporada a un ser vivo en pequeñas cantidades, es capaz de producir graves alteraciones funcionales, e incluso la muerte. Genial ¿eh? Pues anuncian la crema como si el veneno de abeja fuera algo maravilloso. Seguro que han hecho los tests pertinentes y no tiene ningún peligro el untarse la cara con veneno de abeja, pero ¿de verdad es necesario llamara así? Con otro nombre, seguramente ni me hubiera enterado que tiene semejante sustancia y puede que la hubiera comprado y todo, pero teniendo nombre de arma letal en vez de crema, pues como que me da un poco de cosa ponérmela. 
Yo voy a seguir con mis cremas de toda la vida que puede que tengan cosas peores pero no me da repelús solo tocar el pote.

jueves, 2 de octubre de 2014

Nostalgia

Lo sé, hace siglos que estoy callada, pero llegó el verano y en ese momento mi cerebro estaba ocupadísimo en no hacer nada. Después vino la vuelta a la realidad, y en ese momento mi cerebro ha estado adaptándose a la actividad y eso conlleva un proceso duro y doloroso. Finalmente, una vez en pleno funcionamiento, ya estoy aquí. ¿Y qué tal el verano? A esta pregunta le queda un telediario. Ya nadie se acuerda de que ha hecho el mes de agosto. Y si se acuerda le entran ganas de llorar por la nostalgia. Esa playita, esos mojitos, los paseos en bici, las tardes leyendo un libro que exija poca concentración mental acompañada de una copa de vino... ¡Ay! Perdonad que estoy con la lágrima. Necesito un pañuelo. Vuelvo otro día.

miércoles, 23 de julio de 2014

¡Mare de Déu, Senyor!

He vuelto al Sur y tres días después sigo recuperándome. Definitivamente llevan otro ritmo, tienen otro estómago y tienen otro hígado. Enlazas comida con cena, cena con recena y recena con desayuno. Y vuelta a empezar. Todo eso animado con manzanilla, rebujito, vino o copa. Más bailoteo, primero el flamenquito y luego el DJ de turno, y si quisieran, harían que bailaras incluso "La barbacoa" (que es una de esas canciones que has jurado que por encima de tu cadáver bailarías). ¿Y dormir? ¿Qué es eso? Y así pasas un fin de semana y cuando llegas el domingo a tu casa eres una piltrafilla, una sombra de ti misma y te das cuenta que la edad no perdona. Pero mi lado más positivo exclama ¡Pero que me quiten lo bailao! Sí, sí, que te quiten lo bailao, dice tu conciencia, pero estamos a miércoles y aun no estás 100% recuperada y te recuerdo que este fin de semana vuelves a tener que hacer maleta. No puedo esperar a que sea 1 de agosto y despertarme en mi isla bonita, ir a la playa y desconectar completamente del mundanal ruido. ¡Ayyyysss! Ya la veo, ya veo la luz al final del túnel.

miércoles, 16 de julio de 2014

Comer perdices

El otro día, mi sobrina de 10 años volvió a hacerme la "preguntita": tía ¿por qué no te has casado? Y a mi me dieron ganas de contarle la verdad, pero me paré a tiempo. Al fin y al cabo solo tiene 10 años y aun cree en príncipes y princesas, sin contar que la mayoría de las películas que ve y cuentos que lee acaban en boda con "y vivieron felices y comieron perdices". Partiendo de la base de que a mi las perdices no me gustan, lo de "vivieron felices"... en fin, dejémoslo. Si no me he casado es porque no he querido, punto. No todo el mundo está hecho para el matrimonio. ¡Qué manía! A mí me gusta entrar y salir sin tener que contar con otra persona. Eso de que cada vez te proponga un plan tengas que consultar a ver si al otro le va bien, pues no, no me apetece. Además me molesta muchísimo que me cambien las cosas de sitio, tener que dar conversación cuando lo que quiero es abstraerme del mundo o pelearme por el mando de la tele. Soy maniática, egoísta y terriblemente independiente y eso no creo que ayude en un matrimonio. Así que me niego a comer perdices. A mi sobrina no le contesté, cambié de tema, porque aunque no quise decirle la verdad, tampoco me gusta mentirle.

jueves, 10 de julio de 2014

Huelga de taxistas

La semana pasada llegué al aeropuerto de Barcelona desde Londres en el último vuelo, que es el que siempre se retrasa. En este caso nos tuvieron una hora en el avión esperando que algún técnico del aeropuerto se dignara a desengancharnos del finger. Cuando ya aterrizamos y llegué a la parada de taxis eran ya las once y media de la noche y me vi en una escena típica de una película del oeste, esa cuando la calle principal está totalmente vacía con un silencio atronador excepto por esa aguda y conocida musiquilla. Sólo faltaba ver pasar una zarza rodando por en medio de la calzada y hubiera empezado a decir palabras tipo forastero o sheriff. Cogí el Aerobus. Mi madre, una santa, me recogió en una de las únicas 4 paradas que hace y me llevó a mi casa. Eran ya más de las 12 de la noche. Resulta que los taxistas tienen derecho a hacer huelga sin respetar unos servicios mínimos. Desde la semana pasada les tengo manía. Sigo haciendo uso de ellos, qué remedio, pero mientras antes siempre les dejaba una propinilla ahora ya no les perdono ni el céntimo. ¿Me dejan tirada en el aeropuerto y yo tengo que hacer como que aquí no ha pasado nada? Ah no, eso sí que no. Así que llevo a cabo mi pequeña venganza. Pero insisto, ¿por qué no se les obliga a cumplir unos servicios mínimos? Al final siempre pagamos los mismos.

lunes, 23 de junio de 2014

Verbena de San Juan

Verbena de San Juan, noche de brujas. O eso dicen. Yo no creo que haya que esperar a la noche del 23 de junio para verlas salir, en realidad están en todas partes y salen todos los días. Cuando menos te los esperas aparece por detrás, escoba en mano, para darte una manzana envenenada. Y eso que últimamente no me he encontrado con ninguna (toco madera que hablando de brujas nunca se sabe...) También probablemente porque con la edad aprendes y te alejas de esas personas que te dan mala espina. Tu cuerpo reacciona con repulsión ante determinadas personas sin saber porqué, sin tener ningún motivo real. Yo he aprendido que cuando eso ocurre hay que salir corriendo antes de que sea tarde y realmente tengas motivos fundados para ese repelus inicial. Pero no voy a engañarme, por mucho que haya aprendido, todavía pueden sorprenderme, es cierto que llevo una temporada muy tranquila pero una no se puede confiar, que en cuanto te descuidas ¡zas! te pinchas con un huso.

lunes, 2 de junio de 2014

El costurero

Hace una semana fue el cumpleaños de una de mis sobrinas. Cumplió 10 años. La semana anterior estuve dándole vueltas a la cabeza pensando qué iba a regalarle. Viendo que no tenía ninguna idea buena, decidí preguntar. Llamé a su casa. Sí, sí, a un número fijo, si quieres contactar con alguien menor de 12 años es la manera. Me contestó mi sobrina de 7 años y me dijo que su hermana no estaba y que no sabía lo que quería por su cumpleaños, pero que se lo preguntaría y me volvería a llamar. No tuve demasiada fe, he de reconocer mi poca confianza, pero sorprendentemente un par de horas más tarde me llamó y me dijo que su hermana quería un costurero. ¿Un costurero? ¿Estás segura? le pregunté extrañadísima, ya que a mí las labores caseras y hacendosas nunca me han llamado la atención. Ni las costura, ni la cocina, ni las manualidades... nada. "Sí, tía, es lo que me ha dicho, quiere un costurero". Aunque me temía una gamberrada por parte de su hermana pequeña, otra vez la poca fe en mi sobrina, decidí que vale, le compraría un costurero. Al día siguiente al salir de la oficina fui a una mercería que estaba cerca y que por internet me pareció que era bastante grande. Al llegar me llevé sorpresa tras sorpresa, a parte de ser enorme ¡estaba a tope! Y de gente de mi edad... Yo en cambio me sentía totalmente perdida. Por fin me atendieron. "Vengo a por un costurero". Muy bien contestó la dependienta. "Es para una niña que cumple 10 años" añadí para hacerle entender que no venía a por algo fácil. Muy bien volvió a contestar sin inmutarse y me enseñó toda una variedad de costureros con motivos infantiles. Yo no cerraba boca. Así que elegí uno, luego vino el rellenarlo con lo básico, cosa en la que necesité la ayuda de la dependienta. Me lo envolvió en un super paquete y salí de la tienda dejando a la dependienta atendiendo a un montón de personas que se movían entre cintas y botones. 
El sábado le di el regalo a mi sobrina. Mientras lo abría yo le insistía que si no le gustaba podíamos cambiarlo. No acababa de creerme que fuera realmente lo que quería. ¡Pero acerté! ¡Le encantó! Tengo que dar las gracias, eso sí, a mi sobrina de 7 años y disculparme por la poca confianza que tuve en ella.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Desfile de novias

Ayer estuve en el desfile de Rosa Clará, y al ver todos esos maravillosos vestidos, durante una milésima de segundo pensé: ¡Yo quiero ponerme uno de esos! Luego mi cerebro racional me recordó que casarse no es ponerse un vestido sino que es aceptar a otra persona con todas sus consecuencias. Me di cuenta de que aún no estoy preparada para un "toda la vida". Cuando le dije a mi madre que me había encantado y que incluso pensé en que quería casarme para poder llevar uno de esos vestidos, ella, madre tenía que ser, vio un rayo de esperanza. ¡Angelita! Las madres no pierden nunca la fe, aunque sus hijas sean unas solteras irrecuperables. Según ella, ya he dado un gran paso, al menos quiero ponerme el vestido, así que aún tengo remedio. Yo no lo creo. Una cosa es que me gustasen los vestidos y otra que quiera asumir todo lo que el vestido conlleva. Y para eso aún estoy muuuuuy lejos. ¿Pero por qué las madres tienen tantas ganas de casar a sus hijos? Es algo que a día de hoy todavía no entiendo.

miércoles, 16 de abril de 2014

No se puede ser más patosa

Este fin de semana estuve en Pamplona y casi casi consigo que nadie se de cuenta de lo patosa que soy, pero no existe la perfección. Cuando ya estaba en la estación para coger el tren de vuelta a Barcelona me relajé y como siempre fue un desastre. Todo empezó cuando me dijeron que mi tren salía por la vía 7 y yo sólo veía tres vías con andén delante mío. Y es que en Pamplona las vías está numeradas de la siguiente manera: vía 1, vía 3 ¿? y vía 7!!! Las vías 2, 4, 5 y 6 son como las de Harry Potter: invisibles. Ya en el andén adecuado, llegó el tren. Paró delante mío mi vagón así que estaba yo primera delante de la puerta esperando a que se abriera, pero no se abría. Un chico detrás mío me indicó amablemente que había que apretar ese botón verde que brillaba. ¡Ahhh! Claro, que empanada estoy, pensé. Subí al tren y al llegar a la entrada el vagón la puerta estaba cerrada y tampoco se abría. El mismo chico movió la mano desde atrás por encima mío para que la célula de movimiento notara que había alguien y así se abrió. Le di las gracias y pensé "parece mentira, ni que fuera la primera vez que vas en tren". El viaje lo tuve tranquilo. No le di más trabajo al pobre chico. Por fin anunciaron que ya llegábamos a Barcelona. Me levanté, me puse la chaqueta, cogí mi maleta y me fui a la plataforma. Me apoyé en lo que creía era una de las paredes pero no lo era, resultó ser la puerta del baño que se abrió de pronto y me fui hacia atrás encima del que salía, que como no podía ser de otra manera, era el pobre angelito que me había tenido que ir abriendo las puertas y ahora tenía que evitar que me cayera encima suyo. El resto de los pasajeros que estaban con nosotros en la plataforma soltaron una carcajada. Encima dando el espectáculo. ¿Es que siempre me tienen que pasar a mi estas cosas?

miércoles, 9 de abril de 2014

Despedidas de solteras.

Será que no he ido veces, pero sigue sorprendiéndome la capacidad y las ganas que se tiene de salir en el Sur. Sólo os diré que los bares de copas abren a las 16.30 de la tarde y se llenan como si fuera la 1 de la madrugada. Así no hay quien pare. Que si comida, copita, copita, conciertazo de piano, cena y bar flamenquito hasta las tantas, así transcurrieron mis horas en Sevilla. A todo esto, Sevilla parecía una convención de despedidas de solteros. Ya en el tren, se subieron en Zaragoza, unos veintitantos chicos entre los que había dos disfrazados de joteros. Sí, sí, subieron ya así en el tren. Algún día tengo que hacer un resumen del personal que viaja en los trenes en España, porque es para escribir un libro. Pero a lo que iba, la ciudad estaba tomada por grupos de amigas (había más despedidas de solteras que de solteros) que iban todas iguales excepto la homenajeada, en la que habían querido volcar toda su mala idea y la habían vestido lo más fea y ridícula posible. Y entonces me acordé, que en algún momento, yo también había formado parte en esta cruel tradición y pensé, esta es otra razón para no casarme, tengo a demasiadas amigas esperando para vengarse.

jueves, 27 de marzo de 2014

Operación Merengue: fase II

Sigo con la Operación Merengue. La fase I, ya os la conté, fue un verdadero fracaso, así que decidí pasar a la fase II. Alguien me dijo que lo que tenía que hacer era enamorarme. Se me saltaron las lágrimas de la risa. Pero tenía su fundamento: cuando te enamoras eres cursi, blandengue y vas con cara de idiota por el mundo. ¡Terapia de choque! Y me puse a ello. Pero no pasé de la primera línea. Lo primero de todo es buscar el objeto de enamoramiento y para eso debe reunir ciertos requisitos indispensables. Primer requisito: ha de ser un hombre, es lo que me gusta. Y con esa manía de no ser liberal, ya me he cargado a la mitad de la población. Segundo requisito: soltero. Bueno, ahí hay más posibilidades las cuales se reducen drásticamente en cuanto pasamos al tercero: más de 40 años. Pero de pronto se me encendió la luz. ¡Lo tenía! Tenía al hombre del cual yo era capaz de caer rendida y cumplía estos tres requisitos: George Clooney. Era perfecto. Pero la razón me hizo añadir un cuarto requisito: accesible, es decir, que existiera, aunque fuera mínima, la posibilidad de tomarme un Nespresso y así poder pasar a la segunda línea: que me enamore. No pudo ser... así que la fase II ha sido abortada por falta de material. Tendré que pensar en la fase III.

martes, 18 de marzo de 2014

Sensibilizarse con el medio.

Estoy en pleno plan de sensibilización con el medio ya que últimamente he recibido varios comentarios de personas distintas sobre lo fría que me he vuelto. Parece ser que me he convertido en una piedra, como el mármol, no, peor aún, en un diamante que no hay quien lo raye ni lo rompa. He de reconocer que esta nueva yo a mí no me molesta en absoluto, es más, empieza hasta caerme bien, pero siendo consciente que a las personas que tengo a mi alrededor, a veces, incluso las asusto, he decidido organizar un plan de ataque para ver si volvemos a mi antiguo yo, menos divertida pero más humana. Así que últimamente me trago programas estilo la Voz Kids. Nunca había visto la de adultos pero pensé que ver niños cantando podría reblandecer mi duro corazoncito. He de reconocer que no he tenido demasiado éxito. Cada vez que veía algunos de los coachs abrazar a los niños como si fuera el fin del mundo, llamándolos "amor" como si fueran sus hijos (creo que ni a mis hijos les llamaría amor, menuda cursilada) y diciéndoles lo mucho que les querían cuando acababan de conocerlos, me entraban arcadas. Pero he de reconocer que los peques cantaban de miedo y yo, a la que siempre echaban del coro del colegio en la segunda misa de curso por reírme en vez de cantar, lo valoro mucho. A lo que iba, que estoy en plena "operación merengue" y se aceptan sugerencias, a ver si me dulcifico un poquito.

jueves, 13 de marzo de 2014

Mediana edad.

Se acerca mi cumpleaños. Lo sé, queda más de un mes, pero yo tengo que ir asimilándolo que si no me pilla por sorpresa y se convierte en un drama. Lo que decía, se acerca mi cumpleaños y últimamente no dejo de pensar que en las noticias o los periódicos yo ya no soy una mujer joven sino una mujer de mediana edad. Así que depresión. ¿Quién se inventó semejante expresión? Sólo me lo explico si fue Peter Pan porque el muy c***** sabía que nunca la utilizarían con él. Pero el resto de los seres mortales tenemos que aceptar que a partir de una edad ya no somos jóvenes en los ojos de la sociedad y de las estadísticas. Esa es otra, las estadísticas. Resulta que cuando entras en esta mediana edad te conviertes en un ser totalmente distinto para las empresas que realizan encuestas de marketing. Por ejemplo, ya no te preguntan que opinas sobre una determinada marca de vaqueros, sino sobre detergentes con qué lavarlos. O en vez de preguntarte tu opinión acerca de un simple jabón de cara, te preguntan por la crema anti-arrugas. ¿Y que me decís de la alimentación? Antes te hubieran preguntado si preferías Telepizza o Pizza Dominos y ahora te preguntan si prefieres escarola o iceberg. Y así con miles de productos. Y en el fondo, tú no lo entiendes porque te sientes igual y no sabes en que momento cruzaste esa finísima línea que indica que tu juventud pasó. Es deprimente, muy deprimente.

martes, 4 de marzo de 2014

¿Por qué los hombres no escuchan?

Hoy he visto en Facebook que un amigo había colgado un artículo del Diario Vasco en el que justifican porque los hombres no escuchan a las mujeres. Resulta que un científico, hombre tenía que ser, dice que nosotras hablamos con un tono que a los hombres les cansa el cerebro. ¡Claro! Es el tono. Lo que me faltaba, que los científicos eximieran a los hombres del hecho de que solo oyen lo que quieren oír. Atención, que es una cualidad que envidio. A mí me encantaría oír sólo lo que me gusta. Pero no, porque resulta que ellos no tienen esos problemas en los tonos, su forma de hablar no nos cansa, por lo que nosotras nos fastidiamos y tenemos que oír absolutamente todo; desde lo inútiles y peligrosas que somos con un martillo en la mano hasta la alineación de un equipo de fútbol de segunda B. Así que chicos, ya sabéis, cuando nos quejemos de que no nos estáis escuchando, siempre podéis recordarnos que es algo anatómicamente programado. Pero no olvidéis que si nosotras no os escuchamos es porque lo que estáis diciendo no nos interesa en absoluto. ¡Viva la ciencia!

lunes, 24 de febrero de 2014

Mi móvil y yo

Mi móvil y yo estamos muy, pero que muy peleados últimamente y no sé si esto tendrá arreglo, más bien creo que voy a dejarlo por uno más joven, que este ya está con demencia senil. Hace ya algún tiempo que de pronto decide declararse en huelga, sin servicios mínimos, y bloquea la tecla central, lo que hace que sea muy parecido al teléfono de juguete de mis sobrinos. Pero ayer me la hizo más gorda. De pronto vi una llamada perdida. Me sorprendió, ya que no esperaba para nada que esa persona me llamara. Como en ese momento no podía hablar, decidí enviarle un whatsapp diciendo que había visto su llamada, que ahora no podía hablar pero que le devolvería la llamada por la noche. Cual es mi sorpresa cuando recibo la siguiente contestación: "Sorry, debe de ser un error, yo no te he llamado". Vale, pensé flipando. Comprobé las llamadas no fuera que me hubiera leído mal el nombre. No, no, ahí estaba. Es decir, que mi móvil se inventa llamadas perdidas. ¡Lo que me faltaba! Así que si me dejáis una llamada perdida, volver a intentarlo, ya que como no me puedo fiar de mi teléfono, no pienso devolverlas, no vaya a ser que sean falsas.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Las aceras.

Cada día me irrita más lo poco civilizada que es la gente cuando anda por la calle. Por ejemplo, van cuatro amigos por una acera de medio metro y van uno al lado del otro al ritmo de tortuga coja. Yo, que quiero adelantarlos ya que tengo prisa, no encuentro la manera, así que al final tengo que sortear árboles, farolas y coches y bajarme de la acera para poder pasar por delante y no llegar tarde. Luego hay los que son incapaces de andar en línea recta. A ver, que no es tan difícil. Otra vez el ritmo de la tortuga... así que intento adelantar por la derecha y el de delante se mueve hacía la derecha, intento aprovechar un hueco por la izquierda y se va hacía la izquierda, y yo con ganas de apartarlo con un empujón, pero claro, no quiero líos así que volvemos a los árboles, farolas, etc. Luego los hay que se encuentran en la calle y se para a comentar en medio de la acera. Hace un par de semanas tuve que subirme a un escalón de más de medio metro para poder pasar. Lo peor era que antes que yo había visto a una señora teniendo que hacer lo mismo, y al pasar yo, me giré, y ahí seguían, hablando como si tal cosa. En fin, que habría que enseñar a la gente que la acera es de todos y no es terreno conquistable. A ver si en las miles de las reformas educativas a las que empezamos estar acostumbrados, algún ministro incluye esta asignatura, que creo que tenemos pendiente.

miércoles, 29 de enero de 2014

La empatía

Hoy iba a contaros que una amiga mía está tan enganchada al Candy Crush, que ayer en vez de subir a casa mientras yo acababa de arreglarme, se quedó en el coche ya aparcado jugando, mientras a mí me decía, no te preocupes, no hay prisa, estoy mirando unas cosas... yo creí que se refería a algo de trabajo, pero cuando bajé y la vi con el ipad en las manos y esa pantallita de colores casi me da un pasmo.
Pero fuimos a cenar con otra amiga y estuvimos hablando de la empatía, y me pareció increíble lo distintas que somos. Cada una de las dos es una de las caras de la moneda. Mientras una sufre por tooooodo lo que le pasa a tooooodo el mundo, la otra sólo siente el dolor ajeno si ese dolor lo sufre alguien cercano, muy muy cercano, y no siempre, depende si le parece ese dolor real y justificado o no. Yo, hasta hace unos meses, era más parecida a la primera, no tanto, he de reconocerlo, pero me acercaba, sentía el dolor ajeno como un dolor propio. Pero, de un tiempo a esta parte, me he vuelto de piedra, ya ni siquiera puedo disimularlo. Como me dijo alguien hace poco, "Al menos te das cuenta de que algunas veces eres muy fría, ya es algo". Y el hecho de que vaya cada vez a más me preocupa. Sí, sí, me preocupa, porque no soy yo, al menos no soy la que he sido siempre, y en teoría, a mi edad, la gente ya no cambia ¿o sí?

miércoles, 22 de enero de 2014

Baby Boom

Este año tendrá que ser considerado como un Baby Boom. Tengo un montón de amigas embarazadas. Y me alegro muchísimo por ellas. El problema es que con mi memoria de pez meto una pata tras otra. Resulta que quien pienso que espera para julio, es para marzo o quien pensaba para mayo es para agosto, y así todas. Así que perdonarme chicas si parece que no pongo atención a vuestro embarazo (que soy consciente que es uno de los momentos más importantes en vuestra vida) cuando me tenéis que repetir cada vez para cuando es el bebé. Luego está el de si es niño o niña... también tengo un "pequeño" cacao mental. Cuando pregunto si saben el nombre y me dicen "fulanito" yo me quedo sin palabras porque hasta ese mismo instante pensaba que iba a ser una "menganita". O cuando pregunto si ya saben si es niño o niña y resulta que está de ocho meses y medio. En fin, un verdadero desastre. Pero ya sabéis que no hay mala intención, es sólo que en mi cerebro a veces se colapsa el disco duro y en esos momentos no hay manera de encontrar el archivo correcto.

martes, 14 de enero de 2014

¿Qué es una cabina?

Hace unas semanas estaban dos de mis sobrinos jugando en casa de mi madre. Estaban jugando con unas piezas grandes de plástico de colores que puedes ir encajando una encima de la otra y habían decidido construir la ciudad de Londres. Habían hecho la noria, el río y el Big Ben al que además habían pegado un reloj de papel y unos soldados de la guardia real inglesa. En el puente habían puesto coches de juguetes y un par de coches rojos más altos que querían ser los autobuses de dos pisos. Al verlo les dije: sólo os faltan las cabinas. Mi sobrina de 7 años me dijo ¿cabinas? y el de 5 me preguntó ¿qué es una cabina? Lo miré intrigada y vi en su cara que me preguntaba por una cabina con la misma noción que tendría sobre el acelerador de partículas, es decir, ninguna. Me sentí antigua, prehistórica del Pleistoceno Medio. Suspiré y le expliqué que son los teléfonos que hay en las calles. La misma mirada de "no tengo ni idea de lo que me estás contando". Entonces me acordé del tiempo en que las usaba, lo desesperante que era no llevar monedas de 25 pesetas cuando tenías que avisar en casa de que llegarías tarde, o de lo que irritaba el ver que se te tragaba todas las monedas cuando habías hecho una llamada de medio segundo y lo peor de todo, cuando peleabas con esas puertas imposibles diseñadas por el mismísimo diablo. Ahora llevo unos días que cuando paseo por la calle y veo un teléfono me siento reconfortada, aún existen, no sé si se usan, pero tienen una importantísima función social, siento que no soy tan anticuada.

martes, 7 de enero de 2014

Adiós Navidad

Ayer por la noche se acabaron oficialmente las vacaciones navideñas y por lo que he visto en el calendario no hay un sólo día de fiesta hasta Semana Santa... en abril... ¡Y yo que llevo soñando con el verano desde octubre! Es que el frío y yo no nos llevamos nada bien. En cuanto llega tengo ganas de darle una patada. Además he conseguido dos quilos más que ayer rematé con el roscón de reyes. ¿Por qué en Navidad se come como si no hubiera un mañana? Digo yo, que toda esa cantidad de comida repartida a lo largo del año sería muchísimo más saludable, ¿no? Y para acabarlo de arreglar hemos empezado un nuevo año, y como siempre, nos ponemos esos propósitos imposibles que sabemos perfectamente que no vamos a cumplir, pero nos gusta engañarnos a nosotros mismos porque encima nos hace sentir mejor. El cerebro del ser humano es alucinante, y no siempre de una manera positiva. Que el autoengaño nos tranquilice la conciencia, a mi que me perdonen, pero es una soberana tontería. ¿Mis propósitos? No tener miedo. Ahí queda eso.