jueves, 6 de noviembre de 2014

Cacerolada

Ya llevamos dos noches con la "gracia". Cerca de las 10, mis vecinos deciden salir a las ventanas con una cacerola y una cuchara y obsequiarnos con un concierto porque el TC dice que lo que pretenden el domingo es ilegal. Hasta ahora no he entrado al trapo, no voy a perder el tiempo discutiendo con personas a las que no voy a convencer, ni mucho menos van a convencerme a mí. En general, creo que todos sabéis lo que opino al respecto. He mostrado respeto a sus ideas, no me he enfadado por el hecho de que quieren hacerme elegir entre dos sentimientos que forman parte de mí: me siento tan española como catalana, fastidie a quien fastidie. Pero lo que sí que no voy a tolerar son las rabietas. Hasta mis sobrinos saben que es algo por lo que no paso. En vez de empezar a gritar y tirarse al suelo como hacen los niños cuando se les niega algo, mis vecinos deciden molestar al resto del vecindario. Vamos a ver; que ni Rajoy, ni el Gobierno ni nadie del TC que yo sepa vive en esta calle, que a quien estáis molestando a es a las personas que llegamos a casa de trabajar y lo que queremos es descansar, o peor, a los padres que después de una hora de lucha durmiendo a los niños, se desesperan porque vuelven a estar despiertos y encima de mal humor. Todos mis amigos que tenéis hijos, penséis lo que penséis, sabéis que eso es una faena. Así que si queréis protestar, si os divierte lo del ruido, ir a hacerlo a las 12 del mediodía a La Moncloa o a la sede del Tribunal Constitucional y a los demás dejarnos tranquilos, por favor.

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