martes, 9 de abril de 2013

Justicia

El otro día me llamó una amiga explicándome que había roto con su novio con el que llevaba dos años. Por lo visto, la dejó por otra con la que le había estado engañando durante meses. Resulta que si alguien te rompe una pierna puedes poner una denuncia, pero si te rompen el corazón, te fastidias. Contra eso no puedes hacer nada más que llorar, aunque duela igual o más, y lo digo con conocimiento de causa porque yo me he roto desde la pierna hasta la clavícula (siempre he sido un poco trasto) y me han roto el corazón varias veces. Cuando se rompe un hueso te dan unos calmantes para que no duela tanto, pero cuando te rompen el corazón no hay calmante que alivie. Además la Justicia no va a hacer nada al respecto, así que tienes que declararte tu misma juez y decidir cómo vas a afrontar el tema, yo sugiero decretar una orden de alejamiento contra el individuo en cuestión y esperar que la cumpla. Pero lo peor es que ha salido impune ¿quién va a pararle cuando quiera repetirlo?

martes, 2 de abril de 2013

El sofrito

Decidí traerme una sobrasada de Ibiza y mientras estaba en el aeropuerto con mi madre, esperando cada una embarcar a nuestro correspondiente avión, le comenté que iba a hacer macarrones con sobrasada. Mi madre me contesta que entonces tenía que hacer un sofrito. ¿Un sofrito? Vale. ¿Y cómo se hace? Me lo explicó y el lunes, creyéndome la alumna estrella de Arzac, me puse a ello. Después de cortar la cebolla con los ojos rojos, eso sí, sin llorar que ya no lloro nunca, y siguiendo fielmente las instrucciones de mi madre, no me salió como esperaba. La cebolla, en vez de quedarse blanda, se frió. Según mi madre es porque no puse el fuego lo suficientemente bajo, yo os aseguro que no podía estarlo más. Totalmente frustrada me dije a mí misma que una cebolla no iba a poder conmigo y de pronto, una visión: ¡si lo venden ya hecho! Seré pánfila, pasando este mal rato para nada. ¡Si a mí ni siquiera me gusta cocinar! Así que la próxima vez lo compro en vez de malgastar mi valioso tiempo peleándome con una cebolla.

lunes, 1 de abril de 2013

Renovada

Salí de Madrid con lluvia y llegué ayer con lluvia. ¡Esta ciudad sí que sabe hacerse querer! Menos mal que en los cuatro días intermedios he tenido comidas hasta las cinco de la tarde al lado del mar, mojito en el puerto, paseos en bici, partida de cartas, y una divertidísima comida - merienda y casi cena hasta las ocho y media de la noche en una de las casas más bonitas de la isla. Así que vuelvo renovada y encima con un poquito de color. ¿Se puede pedir más? Claro, siempre se puede pedir más, pero a mí en este momento no se me ocurre. Eso sí, con mi gracia natural, mientras metía la maleta en el maletero del coche para ir al aeropuerto, me di un golpe en la rodilla en el punto exacto donde me hice daño tras mi castaña en la portería de casa. Algo así como un recordatorio de que la perfección no existe. Pero como estos cuatro días la han rozado, ya estoy buscando billete para el puente de mayo porque esta ciudad me descarga las pilas con mucha rapidez.