martes, 30 de marzo de 2010

Los celos

Desde que somos pequeños, el sentimiento de los celos aparece en nuestras vidas. Sólo hay que leer "El príncipe destronado" de Delibes para rememorarlo; el pobre niño que se siente desplazado en el amor de sus padres ante la aparición de un nuevo miembro en la familia. En fin, ese es un tipo de celos comprensible y que, incluso, nos inspira ternura. Lo que no se puede tolerar es los celos irracionales de una persona hecha y derecha.

Yo tuve un novio que intentaba no llevarme a las películas en las que salía Pierce Brosnan (incluso era capaz de perderse las de James Bond) porque no soportaba que él me gustara. Según él, yo podría abandonarle en cualquier momento que Pierce Brosnan se cruzara en mi camino. Claro, suelo hacerlo, abandono a mis novios por actores de Hollywood que sólo conozco por papeles que interpretan. ¡Es absurdo! ¿Cómo se puede estar celoso de alguien que sólo está en tu vida a través de la pantalla? Pues, por lo visto, se puede.

Yo no soy celosa, creo que una persona está conmigo porque quiere estar conmigo y nadie más. Eso sí, en cuanto veo que quizás hay otro interés en el horizonte, yo me retiro. No compito. Creo que es una lucha inútil. Si te quiere a ti, se quedará contigo, y si no ¿para qué vas a luchar por alguien que no te quiere?

lunes, 29 de marzo de 2010

La simpatiquísima

Hay mujeres que son arrebatadoramente simpáticas y, he de reconocer, que me ponen de los nervios. Son esa clase de mujeres que te conocen y al momento te tratan como si fueras íntima. Sin embargo, he de ser sincera: generalmente cuentan historias divertidas con bastante gracia.

Llevan siempre la conversación y te atacan a preguntas. Las primeras son generales pero, poco a poco, van entrando en materia más personal y tu vas notando como, lentamente, el foco que ha encendido ante tu cara, va cegándote más y más. Encima no suelen ser discretas, lo que tú les expliques les puede servir para otra reunión diferente. Lo notas porque te explican cosas que no te haría ninguna gracia que explicaran de ti. Yo he aprendido a salirme cada vez más por la tangente y eludir respuestas claras cuando una de ellas empieza a interrogarme, pero aún así, siempre se llevan un cachito de información que preferiría no haber dado.

Están en todas partes, pero son fácilmente identificables. Cuando te las presentan, te dan dos sonoros besos con una sonrisa de oreja a oreja y suelen decir: "por fin te conozco, he oído muchísimo hablar de ti". En ese momento, busca una silla alejada de la suya y deja que otra sea la víctima de su simpatía. Pero no te alejes demasiado porque lo que explique será siempre ameno.


jueves, 25 de marzo de 2010

La envidia

Hace unos días estaba en un bar con unos amigos y de pronto entró una mujer de 1.80 con unos tacones de escándalo, una minifalda y un escote más que sugerente. Evidentemente todos los hombres que había en el bar la siguieron desde la puerta hasta la mesa donde se sentó con unos amigos. ¿Qué cara tenía? Si lo preguntas a los hombres, ni idea. Si preguntas a las mujeres que estábamos ahí, por maldad, diríamos que no era nada del otro mundo.

Y es que somos así, no lo podemos evitar. Cuando una de nosotras destaca entre el sexo opuesto, al resto se nos afilan las uñas. Si no podemos negar lo evidente (tiene un cuerpazo, o es guapísima, etc.) siempre encontraremos un "pero" o nos inventaremos alguno. Además con muy mala idea...

Yo soy la primera que me encanta ir subida al andamio y salir a la calle arreglada, pero hay algo que me falta... supongo que el desparpajo que tienen otras que hace que los hombres babeen. No me considero una persona envidiosa, no quiero lo que tienen las demás, pero tampoco quiero que me quiten lo que me gano yo a pulso. Así que a todas esas mujeres de bandera: no os enfadéis cuando el resto de las mortales no seamos especialmente simpáticas con vosotras, no es maldad, es supervivencia.

miércoles, 24 de marzo de 2010

La piscina

El otro día un amigo me contaba que no soportaba que una mujer nadara más rápido que él. Yo no me lo podía creer. Prefería que le ganara un señor de 60 años que la campeona olímpica de natación. Según él, además, a todos los hombres les pasaba lo mismo. Así que pregunté a algunos amigos míos y lo increíble fue que todos coincidieron.

"No te puede ganar una chica", "Mi orgullo masculino no lo resistiría", eran el tipo de comentarios que recibía tras mi pregunta. Me quedé alucinada. Así que no soportan que seamos mejores que ellos en lo que al deporte se refiere. ¿Por qué? Yo no me enfado porque un hombre cocine mejor que yo, además me alegro, porque no me gusta nada ponerme delante de las sartenes. Ni me molesta que sepan de flores o de como quitar una mancha... (por poner varios tópicos femeninos).

Pero chicas, hemos de resignarnos. Cuando ganemos a un hombre en algún deporte (no creo que se dé en mi caso porque soy bastante patosa) no recibiremos admiración o una felicitación, sino un mohín o una cara de orgullo herido. Eso no significa que les dejéis ganar, más bien que empiecen a acostumbrarse que nosotras también podemos tener nuestra parcelita de gloria en ese aspecto.

martes, 23 de marzo de 2010

El silencio

El silencio es una de las cosas más difíciles de compartir. Creo que hay más confianza con alguien con el que no hay necesidad de hablar que con alguien con quien puedes hablar de todo. Si estás con una persona a la que no conoces demasiado y, de repente, hay un silencio, ese silencio es incómodo, te ves con la necesidad de decir algo, cualquier cosa. En cambio, hay con personas con las que puedes hacer un viaje en coche sin tener que dar conversación alguna.

Vale, yo no soy muy charlatana. Me gusta el silencio, lo que ocurre a mi alrededor, lo que dicen los demás y como lo dicen. Y eso no lo puedo hacer si tengo que intervenir en una conversación porque entonces me pierdo muchísimos detalles de las personas con las que estoy. No es que haga radiografías pero me siento más cómoda escuchando que hablando. También he de reconocer que no siempre lo que tengo ganas de decir sea políticamente correcto, así que hay pocas personas con las que puedo decir todo lo que pienso (que siempre pienso lo que digo). Curiosamente son esas pocas con las que puedo estar sin decir nada. Lo entienden. No me exigen hablar de nada si no hay nada de que hablar y además hablas sin tener que decir nada...

Luego, lo peor, es cuando existe la persona que ya has llegado a ese punto en el que no es que no sea necesario hablar, es que te lee la mente. Sabe perfectamente lo que estás pensando por tu expresión o por tus ojos. Esa persona en tu vida es peligrosísima, tiene un poder sobre ti que ni tu misma tienes ya que cara de póker, lo que se dice cara de póker, no he sabido poner nunca. Y aunque en una reunión yo pueda estar totalmente callada, el que me conoce, sabe perfectamente lo que estoy pensando, y ay!!! no siempre es lo que debería.


miércoles, 17 de marzo de 2010

La primera impresión

Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Yo no estoy tan segura. ¿Cuántas veces nos equivocamos porque una persona no dio una falsa primera impresión? Y esto ocurre tanto positiva como negativamente.

Muchas veces conocemos a alguien y, porque no tiene un buen día o suelta un comentario desafortunado, lo crucificamos y no le damos otra oportunidad. Pero la vida da muchas vueltas y pasado el tiempo te lo puedes volver a encontrar y descubrir que no es un cretino sino todo lo contrario. Por otro lado, también pasa que te presentan a alguien que te cae desde el primer momento muy bien y, al ir conociéndolo, te das cuenta de que, en realidad, ni es tan simpático ni tan agradable ni tan buena persona como te pareció en el primer momento.

Creo que es importante no hacer un juicio rápidamente. A las personas hay que conocerlas, bien porque sean tímidas o porque tengan una cara como un piano. Ambas posibilidades no siempre se ven a primera vista. Hay que escarbar un poco en la superficie antes de poder decir categóricamente que alguien te cae bien o mal.

martes, 16 de marzo de 2010

El sabelotodo

Hay gente que cree tener la verdad absoluta en sus manos. ¡Qué suerte! Yo a veces me cuesta saber, incluso, como me llamo. Me pasa casi todas las mañanas. Pero otros han sido bendecidos con el don de la sabiduría y como ellos lo saben es imposible hablar con ellos de nada.

Algo tan tonto como una ensalada puede convertirse en una discusión. Recuerdo una vez que llegué yo feliz con mi ensalada, preparada como a mí me gusta, y una colega la miró, metió el tenedor en mi plato y con sonrisa condescendiente dijo: "está muy buena, pero estaría mejor si le hubieras puesto tomate". ¡¿Es que tiene opinión para todo?! Obvié el explicarle que yo no tomo tomate crudo, que no lo soporto, y que por eso "mi" ensalada no tenía tomate. Simplemente seguí comiendo ignorándola. Eso creo que le sentó peor que si le hubiera dicho que yo era una cheff mundialmente famosa por mis ensaladas.

Luego hay lo que saben de "primera mano" cualquier tipo de información. Tu te enteras de algo sobre una persona o una empresa y lo comentas con tus amigos. Pero entre ellos siempre hay el que dice: "eso no es así porque mi hermano, padre, cuñado, novio de la prima de la hermana de mi novia... es íntima de X o conoce esa empresa y dice que..." y tu te preguntas pero ¿a quién no conoce este individuo? ¿Cómo puede estar metido en absolutamente TODO?

Finalmente existe el que tiene solución para cualquier cosa, desde arreglar el dvd hasta poner fin al conflicto palestino-israelí. Trata a los demás (incluida tu misma) como perfectos inútiles. Pues si sabe solucionar cualquier cosa, yo me pregunto ¿por qué sigue habiendo problemas en el mundo? ¡Será egoísta!

lunes, 15 de marzo de 2010

Anna Karenina

Hace poco vi la película de Anna Karenina. Un clásico en blanco y negro que Vivien Leigh borda. Había leído la novela hace años y recodaba que la protagonista no había sido santa de mi devoción y al ver la película me confirmé en ello.

Anna Karenina, que es considerada la heroína de Tolstoi, es una mujer caprichosa que se queja de que su marido no le hace todo el caso que ella quiere. Se enamora de un oficial ruso con fama de mujeriego y comienza una relación con él. Su marido, que la quiere y oye rumores, primero le da su apoyo para acallarlos porque no se puede creer que su mujer le sea infiel. Ella le reconoce que los rumores son ciertos y entonces él pide el divorcio.

Cuando ella se pone muy enferma y parece que está al borde de la muerte, su marido corre a su lado y le perdona estando dispuesto a darle otra oportunidad. ¿Y cómo se lo agradece ella? En cuanto está mejor huye con su amante abandonando a su marido y, lo que es peor, a su hijo. Sí, sí, es capaz de abandonar a su propio hijo después de haber intentado convencernos que lo adora. Finalmente, como ella, evidentemente, no ha cambiado, vuelve a mostrarse caprichosa y demandante con el oficial ruso y acaba... bueno no diré como acaba por si alguien quiere leerlo.

En fin, que se le llama heroína a una mujer cuya vanidad y ganas de divertirse le llevan a cometer adulterio y a abandonar a un hijo. ¿Pero dónde se ha visto? Recomiendo "Retrato de una dama" de Henry James. Eso sí es una heroína y lo demás son tonterías.

viernes, 12 de marzo de 2010

El coche

Los coches suelen hablar tanto o más de sus dueños que los perros. Los solteros quieren deportivos, los casados utilitarios y los que son padres monovolúmenes. Hay excepciones, claro, pero en general, cumplen esta regla.

Al soltero le gusta el deportivo porque es llamativo y así fardan ante sus amigos (y creen que ante nosotras también ¡angelitos!). Es biplaza lo que impide llevar un tercero molesto y convierten una excursión de amigos en una caravana de coches. Luego está la altura. Hay que hacer un entrenamiento especial para subir y, sobretodo, bajar con cierta dignidad. Y ya no hablemos del maletero, por llamar así la caja de cerillas dónde intentan meter maletas, palos de golf y raquetas de paddle. Pero les gusta la potencia (de la que no pueden disfrutar debido al código de circulación), y la línea del coche.

Los utilitarios, o comúnmente coche, es otra cosa. Ya no hay necesidad de fardar porque ya se han casado. Ahora hay que llevar a padres, suegros y demás familia. Necesitan más espacio, las maletas van a ser dos y además aumentan las excursiones a Ikea. La potencia no la necesitan porque su mujer no les dejará ir muy rápido por la carretera y la línea... la línea es una pena pero es que a ella le da exactamente igual.

Y ya estamos en los que son padres. Estos no necesitan un maletero, necesitan una casa entera para transportar maletas, sillitas, cochecitos, juguetes... Además de tres líneas de asientos para papá, mamá, los niños y la chica. Han olvidado que los coches tienen caballos, ahora lo importante es el comfort y que tenga dvd para que los niños estén callados en los viajes largos. Respecto a la línea, lo importante es que sea grande, muy grande, lo demás es accesorio.


jueves, 11 de marzo de 2010

La "prota"

Hay mujeres que necesitan ser el centro de atención por encima de todo. Como César, llegan, se colocan en el medio de la reunión y toman el control. Hablan sin parar, la mayoría de veces de tonterías, pero está bien porque su objetivo no es decir algo interesante sino ser únicamente ellas las que digan algo. Generalmente se visten con un estilo bastante extremado que roza el ridículo, pero mejor aún porque así darán de que hablar. Llevan hasta extremos insospechados aquello de que no importa que hablen mal de ti sino que no hablen.

Yo, que mi timidez me impide ni siquiera acercarme a ser una de ellas, las temo. En cuanto entran en un habitación soy consciente de que yo he dejado de existir. He sido borrada y totalmente anulada por estas mujeres que además suelen tener muchísimo carácter. Os aconsejo que si está una de ellas entre vosotras lo mejor que podéis hacer es volveros transparentes porque no soportan las competidoras. Como te vean como un peligro irán a por ti sin miramientos ni remordimientos.

Eso sí, su reinado durará sólo un ratito. Hasta que llegue otra "Reinona" más fuerte que les quite el puesto. Sabrás que ha ocurrido porque de pronto tu serás visible a sus ojos y puede que incluso te inspire ternura...


miércoles, 10 de marzo de 2010

El malabarista

Tengo un amigo que es un verdadero malabarista. Está remando entre dos aguas y no se deja llevar por la corriente. Lo fácil sería quitarse del medio y pensar que ya se arreglarán ellos, pero es amigo de los dos, un buen amigo y le da pena que dos personas que han estado muy unidas durante mucho tiempo se alejen una de la otra sin ni siquiera hablar del tema.

Así que ahí está él, en medio. Haciendo que estas dos personas se encuentren y que poco a poco se normalice la situación. Con el tiempo el silencio dejará de ser incómodo y las bromas volverán a ser las de siempre. Pero mientras tanto hay un verdadero héroe que tira de una cuerda y de otra, que quita hierro al asunto y sigue tan amigo de uno como de otro.

Creo que es admirable. Hoy en día la gente ya no se implica. Prefieren esperar a ver de que lado caerá la balanza y entonces se arriman al que más les conviene. Pero el hecho de que todavía haya personas así, me da esperanza. Me alegro que sea uno de mis amigos y saber que siempre contaré con él, tanto en los momentos felices como en los difíciles.

martes, 9 de marzo de 2010

Retirada

Una retirada a tiempo también es una victoria así que voy a retirarme del mundanal ruido antes de que mi "ojito clínico" me lance a otro desastre. Sí, sí, porque incluso el que parece bueno resulta ser malo. Malo, malo no, pero bueno tampoco.

He tomado una decisión, antes de volver a enamorarme voy a hacer un estudio profundo del elemento en cuestión, a parte, claro, de no darle ninguna cancha. Si ya tengo fama de difícil, de no dar pistas y de llegar a ser borde en algunas circunstancias, que se preparen los que lo intenten de ahora en adelante. No voy a permitir que me vuelvan a tomar por tonta.

Soy consciente de que puede que paguen justos por pecadores pero ¿es que ellos han tenido consideración alguna conmigo? ¡No! No me echéis la culpa a mí, sino a todos esos hombres que se portan mal con nosotras y siguen tan tranquilos. A esos son los que tenéis que marginar y culpar, no a las que ya escaldadas decidimos que ya basta. Que no podemos más de tanta tomadura de pelo. De todas formas pido perdón de antemano porque ya no me queda compasión alguna, sorry...


miércoles, 3 de marzo de 2010

La maleta

Muchos hombres opinan que las mujeres no sabemos hacer maletas pero el problema reside es que quieren que una "bolsita" llevemos todo lo necesario para estar estupendas tanto de día como de noche. Tengo que preparar mi maleta, mañana me voy a Córdoba y a Sevilla y volveré el lunes. Parece que son sólo cuatro días y un hombre lo solucionaría con dos pantalones y cinco camisas. A mí me gustaría pero eso es imposible.

Para empezar, la ropa que lleve en el tren no me sirve para la noche. El sábado también tengo que pensar en dos conjuntos (día y noche) y en Sevilla puede que pase algo parecido. Pero el problema viene cuando empiezas a meter esa falda, con esos zapatos, con ese bolso y con esa chaqueta que están exclusivamente pensados para ir juntos. Luego metes unos vaqueros, con su jersey, con otra chaqueta, otro bolso y otros zapatos. Y así para cuatro días.

Otra cosa que los hombres no entienden es la cantidad de neceseres que llevamos. Ellos con el cepillo y la pasta de dientes, la cuchilla de afeitar (los que se afeitan), el peine y un par de cositas más están arreglados. Yo tengo que llevar el jabón de la cara, el tónico, la hidratante (cara y cuerpo), el champú, el acondicionador, el protector de calor, la plancha, el maquillaje...

Cuando voy de moderna y me creo casi una mochilera acabo parando en una perfumería a comprar todo lo que me falta o en una zapatería porque que no he caído que los únicos zapatos que llevo se matan con todo, y además tengo que oír de fondo ¡siempre te dejas algo! Así que sintiéndolo mucho voy a seguir llevando el "por si acaso" hasta la última consecuencia. Mi maleta pesará más de lo habitual pero llevaré todo lo necesario.

martes, 2 de marzo de 2010

El punching ball

Ayer fui al gimnasio dispuesta a que me enseñaran a golpear un punching ball para ver si así elimino mi enfado cuando éste aparece. Me acerqué a la mesita que tienen los entrenadores y le pedí al que estaba de turno que me explicara como funcionaba el tema. El entrenador, un chico no muy alto pero con unos bíceps del tamaño de un jamón, me miró fijamente y me preguntó: ¿y por qué quieres aprender a golpear? ¿Es para defensa personal? Le dije que no, que no tenía intención de pegar a nadie (aunque he de reconocer que me vino algún que otro nombre a la cabeza). Le expliqué que era para disminuir la ansiedad. Él volvió a mirarme fijamente, me cogió las manos y con una sonrisa condescendiente me soltó: "En vez de querer aprender boxeo deberías intentar solucionar tus problemas". Me quedé boquiabierta. Así que, con una sonrisa más falsa que Judas, le di las gracias y volví a mis ejercicios en las máquinas.

Nunca había corrido tanto en la cinta. Estaba furiosa. ¿Pero quién se creía que era¿ ¿Freud? Menuda psicología barata. Eso sí, mañana, cuando vuelva, voy a ver si tengo más suerte y el entrenador que esté de turno me enseña finalmente a golpear un punching ball. Día a día me encuentro con gente más alucinante y creo que será bueno para mí y para ellos que me desahogue con un máquina en vez de con la cabeza de alguien.

lunes, 1 de marzo de 2010

Las manías

Todos tenemos manías, el que lo niegue es un mentiroso. Yo, por ejemplo, no soporto los armarios o los cajones abiertos. Me ponen nerviosa, así que voy por mi casa (o las ajenas, lo reconozco) cerrando puertas y cajones. Tampoco puedo con los cuadros torcidos y eso hacerlo en casas ajenas es más delicado, pero si puedo, no lo dudo, porque si no lo pongo recto no puedo dejar de mirarlo...

Las hay más curiosas. Una amiga mía, cuando se va a dormir, se tira en la cama y suelta un gran suspiro ¡aaaaahhh! Vive sola pero eso no evita que lo haga en voz alta. Espero que sus paredes no sean de papel, como las hacen ahora, porque sus vecinos deben flipar. Otra más sofisticada es la que no soporta que haya pasta de dientes alrededor del tubo. Esta otra amiga limpia el tubo cada vez que lo usa porque no puede soportar esos grumos que a veces quedan cuando lo utiliza.

También conozco a alguien que es incapaz de ir por la calle con una bolsa de plástico, da igual que sea la del súper o de cualquier otra clase de compra. No puede. Así que si vas con él no te queda más remedio que cargarla tú, y si va solo es capaz de ir en coche antes de andar 100 metros con una bolsa.

Hay manías para todos los gustos y a medida que nos hacemos mayores y/o vivimos más tiempo solos, más se agudizan y nos cuesta ceder en esas pequeñas cosas que, para que negarlo, nos irritan. A mí al menos.