miércoles, 8 de octubre de 2014

Marketing

Últimamente me he fijado que las cremas hacen campañas de marketing de lo menos apetecible. Por ejemplo la que dice que tiene baba de caracol. Pero vamos a ver ¿qué mujer se quiere poner baba de caracol en la cara? ¡Puagh! Eso sin ir más allá porque entonces ya flipas. Digamos que la baba de caracol es buenísima, el descubrimiento de la eterna juventud, el elixir antiarrugas, etc. Bien, para hacer un potecito de crema de baba de caracol, ¿cuántos caracoles necesitan? ¿Y de dónde los sacan? ¿Van al bosque después de una tarde de lluvia o tiene un criadero? Vaya, que además de parecerme bastante desagradable untarme la cara con baba de caracol, encima ni siquiera sé si es verdad que la tiene. 
Pero aún hay una crema más lograda todavía: la de veneno de abeja. Según la Real Academia Española veneno es: sustancia que, incorporada a un ser vivo en pequeñas cantidades, es capaz de producir graves alteraciones funcionales, e incluso la muerte. Genial ¿eh? Pues anuncian la crema como si el veneno de abeja fuera algo maravilloso. Seguro que han hecho los tests pertinentes y no tiene ningún peligro el untarse la cara con veneno de abeja, pero ¿de verdad es necesario llamara así? Con otro nombre, seguramente ni me hubiera enterado que tiene semejante sustancia y puede que la hubiera comprado y todo, pero teniendo nombre de arma letal en vez de crema, pues como que me da un poco de cosa ponérmela. 
Yo voy a seguir con mis cremas de toda la vida que puede que tengan cosas peores pero no me da repelús solo tocar el pote.

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