jueves, 13 de marzo de 2014

Mediana edad.

Se acerca mi cumpleaños. Lo sé, queda más de un mes, pero yo tengo que ir asimilándolo que si no me pilla por sorpresa y se convierte en un drama. Lo que decía, se acerca mi cumpleaños y últimamente no dejo de pensar que en las noticias o los periódicos yo ya no soy una mujer joven sino una mujer de mediana edad. Así que depresión. ¿Quién se inventó semejante expresión? Sólo me lo explico si fue Peter Pan porque el muy c***** sabía que nunca la utilizarían con él. Pero el resto de los seres mortales tenemos que aceptar que a partir de una edad ya no somos jóvenes en los ojos de la sociedad y de las estadísticas. Esa es otra, las estadísticas. Resulta que cuando entras en esta mediana edad te conviertes en un ser totalmente distinto para las empresas que realizan encuestas de marketing. Por ejemplo, ya no te preguntan que opinas sobre una determinada marca de vaqueros, sino sobre detergentes con qué lavarlos. O en vez de preguntarte tu opinión acerca de un simple jabón de cara, te preguntan por la crema anti-arrugas. ¿Y que me decís de la alimentación? Antes te hubieran preguntado si preferías Telepizza o Pizza Dominos y ahora te preguntan si prefieres escarola o iceberg. Y así con miles de productos. Y en el fondo, tú no lo entiendes porque te sientes igual y no sabes en que momento cruzaste esa finísima línea que indica que tu juventud pasó. Es deprimente, muy deprimente.

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