martes, 14 de enero de 2014

¿Qué es una cabina?

Hace unas semanas estaban dos de mis sobrinos jugando en casa de mi madre. Estaban jugando con unas piezas grandes de plástico de colores que puedes ir encajando una encima de la otra y habían decidido construir la ciudad de Londres. Habían hecho la noria, el río y el Big Ben al que además habían pegado un reloj de papel y unos soldados de la guardia real inglesa. En el puente habían puesto coches de juguetes y un par de coches rojos más altos que querían ser los autobuses de dos pisos. Al verlo les dije: sólo os faltan las cabinas. Mi sobrina de 7 años me dijo ¿cabinas? y el de 5 me preguntó ¿qué es una cabina? Lo miré intrigada y vi en su cara que me preguntaba por una cabina con la misma noción que tendría sobre el acelerador de partículas, es decir, ninguna. Me sentí antigua, prehistórica del Pleistoceno Medio. Suspiré y le expliqué que son los teléfonos que hay en las calles. La misma mirada de "no tengo ni idea de lo que me estás contando". Entonces me acordé del tiempo en que las usaba, lo desesperante que era no llevar monedas de 25 pesetas cuando tenías que avisar en casa de que llegarías tarde, o de lo que irritaba el ver que se te tragaba todas las monedas cuando habías hecho una llamada de medio segundo y lo peor de todo, cuando peleabas con esas puertas imposibles diseñadas por el mismísimo diablo. Ahora llevo unos días que cuando paseo por la calle y veo un teléfono me siento reconfortada, aún existen, no sé si se usan, pero tienen una importantísima función social, siento que no soy tan anticuada.

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