martes, 9 de febrero de 2010

Decir que no

Hay que aprender a decir que no. Es más, creo que ser demasiado buena también es delito. Hay gente que juega con tu buena fe y con tu educación, que sabe que no les vas a negar un favor, y está muy bien, te ganas el cielo con eso, pero pueden convertirte la tierra en un infierno.

A mí no me importa nada ayudar a alguien si está en mi mano pero cuando creo que se están aprovechando de mí me da muchísima rabia y llega un punto que digo que no, me cuesta, pero acabo diciéndolo. En ese momento, quien me estaba explotando se sorprende, "¡Vaya!", piensan, "no puedo seguir aprovechándome, y yo que creía que tenía una mina". Entonces te miran con cara de perrito abandonado y ahí has de ser fuerte, porque si cedes, ¡pam! otra vez vuelven a empezar. Tu les tiendes la mano y te agarran del cuello hasta que intentas gritar porque no puedes respirar.

Cuando digo que no, primero me siento mal, creo que he sido mala persona, pero una vez meditados todos lo acontecimientos, me siento peor, me siento como una idiota porque debería haberlo dicho mucho antes y me hubiera ahorrado un disgusto.

1 comentario:

  1. Y lo liberado que se siente uno cuando hace algo porque realmente quiere y no porque le están obligando a ello!!!! Y lo más importante, la de sesiones de psiquiatra que uno se ahorra!!! :)

    ResponderEliminar