jueves, 26 de mayo de 2011

Rehenes

Cuando acabas una relación siempre quedan rehenes por ambas partes. Cosas que sabes que la otra persona va a echar de menos: un jersey, un libro, una película. Son cosas que no tienen porque tener un valor monetario muy alto pero que son carísimas a la hora de recuperarlas. Llega un punto, que depende de como haya ido esa relación y la ruptura, te sale más a cuenta renunciar a ellas y considerarlas parte del acuerdo de separación que pagar una cifra emocional astronómica.

Un amigo mío estuvo tonteando durante una temporada con una chica que no sabía que quería y, mientras lo decidía, estuvo mareando a mi amigo un buen rato. Al final aquello acabó en agua de borrajas y mi amigo volvió a su vida. Pero la otra parte se quedó un rehén. Él le dejó una guía para un viaje que ella iba a hacer y nunca se la ha devuelto. Bien, diréis, es una guía, puede comprarse otra, y es cierto, pero esa guía tenía sus anotaciones de cuando él estuvo ahí y además, es SU guía. En fin, que si mi amigo quiere volver a ver esa guía no tiene más remedio que pagar el rescate: hablar con ella. Cosa que no le apetece lo más mínimo.

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