jueves, 28 de octubre de 2010

Los puentes

Los puentes son siempre motivo de conversación, parece mentira el juego que pueden llegar a dar. Cuando se acerca uno, el tema pasa a ser de la misma clase que hablar del tiempo, es algo fácil y además dura bastante.

Quince días antes la pregunta del millón es ¿haces algo el puente? Y tienes que decir sí porque sino eres un bicho raro. En Madrid quedarte los puentes o en agosto te convierte en el ser más extraño del mundo. Yo, en cambio, me quedaría muchos, pero las circunstancias normalmente me lo impiden. Mis amigos de Barcelona no entienden, a veces, que si no tengo otro plan, no aproveche para ir a verlos. Eso sí, luego vas esos días y no hay nadie...

Una semana antes del puente la gente ya está nerviosa. Los que tienen plan porque tienen que organizarse y los que no lo tienen porque están desesperados por encontrar alguno. Dos días antes el mundo se para, la gente lo deja todo para "después del puente", como si esos días fueran inútiles, y de alguna manera, lo son, porque tienes la cabeza en la maleta, en la hora que tienes que salir de casa y en los recados de última hora.

Luego llega el puente, desapareces unos días y vuelves a la vida real. La primera semana es de adaptación, da igual que hayan sido sólo tres días, tu cuerpo y tu cabeza se acostumbran muy pronto a lo bueno y les cuesta recuperar el ritmo. Esa primera semana de después la pregunta es ¿qué hiciste en el puente? No te preguntan si hiciste algo porque es impensable que decidieras quedarte en casa. Así que te pasas varios días hablando de ello.

Finalmente, han pasado quince días y el tema ya es viejo pero como debe quedar poco para otro puente, Navidades, Semana Santa o verano, vuelves a tener tema de conversación con gente que, de otra manera, sólo hablarías del tiempo, que a no ser que sea especialmente extraño, no da para mucho, la verdad.

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