viernes, 25 de febrero de 2011

Medicamentos

Ayer me fui a tomar algo como todos los jueves, con la diferencia de que en vez de pedir una copa de vino tinto pedí una Coca-cola light. Qué raro ¿eh? En el fondo, aunque muchas veces no lo parezca, soy una mujer responsable y sé que no se pueden mezclar medicamentos y alcohol. Yo, que llevo toda la semana totalmente dopada con el antibiótico y el calmante, prefiero no jugármela.

Lo que no acabábamos de ponernos de acuerdo era porqué no se podían mezclar ambas sustancias. Había dos teorías principalmente; la de que entonces te coges un colocón de campeonato y la de que las pastillas mezcladas con alcohol no hacen efecto. No sé cual es la correcta, pero ambas me hacen repeler el alcohol como si de un bicho se tratara. No quiero que tengan que arrastrarme a casa y al día siguiente no saber donde me olvidé la cabeza y muchísimo menos que el calmante no actúe, que no llevo bien lo del dolor. ¡Si todavía no acabo de estar convencida de sacármela sólo de pensar en el pinchazo de las anestesia!

Lo sé, soy una exagerada, pero cada uno tiene sus fobias y una de las mías (no voy a decir la única porque eso sería mentir como una bellaca) es todo lo relacionado con médicos (lo siento por mi sister), medicinas y agujas, sobre todo agujas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario