jueves, 23 de septiembre de 2010

El complicómetro

Este verano alguien me contó lo del complicómetro. Estábamos hablando de la vida en general y me dice muy serio: te complicas la vida. ¿Yooooo? Pero si no puedo llevar una vida más sencilla, sobre todo este verano que he estado de un tranquilito... Pero él insiste y me lo explica: resulta que todos tenemos un complicómetro, escondido en alguna parte y puesto en marcha y que hemos de encontrarlo y apagarlo. Si no, no hacemos más que dar vueltas y más vueltas a problemas absurdos o con soluciones delante de nuestras narices. Puede ser, puede ser que tenga ese aparatillo molesto. Tendré que buscarlo, supongo, pero no tengo ni idea por donde empezar... empezaré por la cabeza que es lo más desordenado que tengo.

De ahí, pasó a querer organizarme la vida, y es donde tuvimos problemas. Me preguntó que me preocupaba, le contesté y en seguida (¡hombre tenía que ser!) me dijo lo que tenía que hacer, que, por cierto, no era viable según mi punto de vista... Más tarde me preguntó que planes tenía de futuro ¿planeeees? Yo le contesté que era mejor no hacer grandes planes a largo plazo ya que la vida da muchas vueltas y te los cambia de golpe. Lo máximo que llego es en agosto pensar en septiembre y ahora pensar en octubre... y aún así ¡no doy abasto!


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