lunes, 28 de junio de 2010

El oculista

Quedé hace unos días con una amiga a tomar algo. Iba primero al oculista que le pillaba cerca de mi casa y luego nos fuimos a tomar un vinito. Venía entre muerta de risa e indignada. Muerta de risa porque lo increíble e indignada por la situación en que se había visto.

Resulta que hacía unas semanas que, tras estar un rato ante el ordenador, notaba que veía menos y le dolía mucho la cabeza. Pidió hora en el oculista. En su primera visita le dijeron que tenía astigmatismo y que debía llevar gafas para todo; leer, ver la tele, el cine, el ordenador... Así que ni corta ni perezosa se fue a una óptica a encargar las gafas. Al cabo de los días las recoge, y como niña con zapatos nuevos, se sienta en su oficina ante el ordenador y estrena sus nuevas gafas. Cuál es su sorpresa cuando al ponérselas y mirar la pantalla, nota que ésta en vez de ser rectangular ha cambiado a forma de cono. Sin creérselo, empieza a palpar la pantalla como si estuviera ciega. Se quita las gafas, rectangular, se las pone y ¡cambia de forma!

Alucinada llama a la consulta del oculista. Le explica a la enfermera lo que le pasa y le pide cita. La enfermera le anota el día y la hora aunque, le dice, eso es normal, tiene que acostumbrarse a las gafas. Mi amiga decide que de normal poco, porque si fuera que ve borrosa las letras o que le cuesta concentrarse, en fin, podría ser posible, pero que la pantalla cambie de forma... así que decide abandonar las gafas hasta la nueva cita.

La nueva cita resulta ser con otro médico que le hace las pruebas y le dice no sólo que su astigmatismo es la mínima expresión (y no el diagnóstico de cegata que le había dado el anterior) sino que puede comprar las gafas de farmacia (€3 a diferencia de los €240 que le habían costado las primeras) y además, añade, no te las pongas todo el rato, tan sólo cuando notes que no ves bien o te duele la vista y la cabeza.

Se fue, con la factura de las primeras gafas, a reclamar al primer oculista, que con mala cara y sin un lo siento, le devolvió el dinero. Eso sí, el dinero de esa acertada primera visita se lo quedó él...

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