domingo, 6 de mayo de 2012

Sevilla

Este año pasé el día de mi cumpleaños en Sevilla, en la Feria de Abril. Me invitó una amiga y mi prima estuvo encantada de acogerme como ocupa. Eso sí, lo primero que pregunté antes de aceptar la invitación fue si era imprescindible vestirse con traje de lunares y volantes. Cuando ambas me dijeron que no, busqué un billete de tren. Y es que tengo un sentido del ridículo altamente evolucionado y no me veía con la flor en la cabeza. He de reconocer que cuando estás ahí no te parece tan raro, pero en frío me pareció demasiado. Mi cumpleaños lo pasé entre rebujitos, gintonics y rumbas. ¡Ah! y un cantante que cuando vio que intentaba salir de la caseta en cuanto empezó a cantar el cumpleaños feliz, decidió ir nombrándome de tanto en tanto micrófono en mano. ¡Ay! Al final llegamos a un trato: yo bailaba unas sevillanas y el dejaba de darme la brasa (palabras textuales del susodicho). Yo cumplí mi parte y él la suya durante 24 horas porque al día siguiente volvió a la carga. Moraleja: no te puedes fiar de los hombres, sus buenos propósitos les duran lo que un caramelo en la puerta de un colegio. Por otra parte lo pasé en grande. La feria es agotadora, me costó tres días recuperarme, pero me reí muchísimo y lo bailé todo. Así que volví con las pilas cargadas y con fuerza para el mes de mayo, a ver si seguimos en mi tónica de sacarme de la cabeza al hombre que no me quiere y dejamos que entre a alguno que, como mínimo, me adore.

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