martes, 20 de marzo de 2012

Timidez

El otro día mi timidez y mi afición a montarme una película me jugó una mala pasada. Todo empezó cuando un amigo me contó que alguien le había pedido mi teléfono pero, conociéndome a mí y los antecedentes con esa persona (sufrí un ataque de pánico de los sonados) decidió que sería más suave si le daba mi email.
Cual es mi sorpresa que al salir del tren en Atocha me lo encontré, allí estaba después de más de 10 años sin vernos (he de decir que estaba igualito, igualito). Estaba esperando a alguien. Él no me vio a mí y yo seguí mi camino sin dejar de pensar si debería acercarme a saludar o no. Entonces mi imaginación se hizo la dueña de mi mente, empecé a elucubrar. Vamos a ver ¿quién va a esperar a una estación? Pensé que debía estar esperando a su novia o peor aún, a su mujer. Pero entonces ¿por qué le pidió mi email a ese amigo común? ¿Y por qué no lo ha utilizado? Pues porque tiene novia, seguro, seguro. Toda esa película me iba yo montando cuando llegué a la parada de taxis. Había muchísima cola, así que mientras esperaba que llegara mi turno, iba vigilando lo que pasaba ahí abajo, dentro de la estación (quiero dar las gracias al arquitecto de la terminal de llegadas de Atocha por hacerlo de un cristal nítido y transparente). El seguía esperando, ya no quedaba nadie más y lo veía como hablaba por teléfono. "Je, je, je, te han dado plantón" pensé "eso te pasa por ir pidiendo emails por ahí teniendo novia".
De pronto vi que por fin recibía a alguien ¡A su madre! Me sentí fatal y muy, muy mala persona. Siempre mirando el lado positivo ¿eh? En fin, por fin llegó mi turno y me subí al taxi mientras seguí mirando por la ventanilla. Hasta que me di cuenta que alguien me estaba mirando: era el taxista, esperando que le diera la dirección. Lo siento, le dije, hoy estoy muy distraída. Y me llevó a casa.
Lo sé, debería haberme acercado y decir hola y no debería haber sido tan mal pensada, pero el también podría haberme visto ¿no?

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