lunes, 14 de enero de 2013

Hacerse el sueco.

Según la Real Academia hacerse el sueco es desentenderse de algo, fingir que no se entiende. Cuando te encuentras con un profesional de esta actividad, ante todo sientes una gran impotencia. El primer mensaje lo envías de forma educada y sutil, porque no quieres ofender a nadie. No estás enfadada, sólo es alguien que te ha hecho daño (consciente o inconscientemente, eso es lo de menos) y quieres protegerte para que eso no vuelva a ocurrir. Cuando el "sueco" (vamos a llamarlo así) ignora dicho mensaje, tu primer instinto es pensar que no has sido lo suficientemente clara y no te ha entendido. Decides enviar un segundo mensaje que a ti te parece que roza la bordería pero que es claro como el agua. Resulta que vuelve a actuar como si nada. Ahí empiezas a mosquearte. Pero cuando han pasado meses en los que has estado enviando mensajes cada vez más directos que no han llegado a ninguna parte es cuando te desesperas. Estás ante el campeón olímpico en la modalidad de hacerse el sueco. Pero esto es un combate y aún no he tirado la toalla.

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