miércoles, 13 de julio de 2011

New York, New York

Primero de todo decir que sí, que he estado bastante desconectada últimamente, pero desde hace un mes no he parado. Ahora que tengo un ratito y sé por fin como funcionan los acentos en el ipad, puedo volver a informaros de mi vida.
Llevo un poco más de una semana en Nueva York haciendo un curso y no vuelvo hasta finales de mes. Según un amigo mío, escribir el blog sobre lo que me pasa en Nuevs York es muuuuuucho más glamuroso. Supongo que así sería si las cosas que me pasasen fueran glamurosas, pero he de reconocer que mi primer choque con la ciudad ha sido todo menos eso. Definitivamente no llevo la vida de Carrie Bradshaw donde todo son cosmopolitans.
En cuanto llegué me di cuenta que o luchaba contra toda la comida basura que me rodea o volvía convertida en la versión femenina del muñeco Michelín, y eso, volviendo a finales de julio directamente a la playa, no era una idea muy inteligente. La suerte es que como hay taaaanta, se te quitan las ganas de probarla. Todo está prefabricado, da igual que sea Starbucks, Prêt à Manger, o el puesto en la calle de perritos calientes. Toda la comida es la misma, con el mismo olor, y no justamente agradable. Así que un problema menos, no volveré con el cuerpo de Kate Moss pero podré pasear dignamente por la playa con un pareo.
Otro problema con el que me encontré fue el de la temperatura. Hace muchísimo calor, pero en cuanto entras en un sitio te congelas, literalmente. El aire acondicionado está adecuado para la congelación del pescado como medio de evitar el anisakis. No tienes más que entrar en un edificio y dejarlo encima de una mesa durante unos minutos; ¡congelado cien por cien! Asi que a parte de un resfriado llevo un peso más en mi bolso, un jersey, que ha dejado de ser eso que te pones cuando tu madre tiene frío, ahora TU crees estar al borde de la hipotermia.
Superados estos dos obstaculos, el siguiente fue el pelo. Salí de la ducha con el pelo mojado y empecé la transformación en la hermana secreta de los Jackson Five. Tenía mi plancha de pelo así que no me di cuenta del problema hasta que una hora más tarde decidí ponerla. en marcha. ¡Aaaaaaagh! El enchufe es cuadrado. Bajé a la calle y le pregunté al portero donde podía en contrar un transformador de enchufes. El muy cotilla me preguntó que para que lo necesitaba, yo, incapaz de decirle que necesitaba convertir mi cabeza en algo ordenado en vez de lo que estaba viendo, le contesté que para cargar la blackberry. Le pareció una buena razón y me indicó una ferretería. Otra cosa resuelta.
Así que como podéis ver, esta ha sido mi entrada "triunfal" en esta ciudad, pero irá mejorando.

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