viernes, 10 de junio de 2011

Vaya suerte tengo con los taxistas

Ya lo he dicho otras veces, si hay un taxista loco en la ciudad, lo conozco. El del otro día ya fue el colmo. Cogí un taxi en el aeropuerto para que me llevara a casa. Si llego a saber como era el taxista voy andando. Me subo en el taxi y empezamos como siempre: intenta contarme su vida. Yo, en otras circunstancias, hubiera puesto cara de interés asintiendo de vez en cuando mientras pensaba en cualquier otra cosa, pero me dio por cambiar de tema. Llevaba un coche híbrido así que le pregunté qué tal iba. Me dijo que sólo llevaba dos meses con él y que aún se estaba acostumbrando. Allí, pensé, se acababa la conversación. ¡Qué va! Resulta que iba con el taxista más dicharachero de Madrid. Empezó a contarme que en esos dos meses ya había cambiado medio coche. Por lo visto había tenido tres "golpecitos" de nada que le habían obligado a cambiar un retrovisor y dos paragolpes (palabras textuales) de delante y detrás. Cuando comprendí que el "paragolpes" era el parachoques me agarré fuerte a la puerta. Luego me contó que el coche en cuestión tenía problemas de visibilidad debido a su forma. Es decir que tenía ángulos muertos delante y detrás de tal calibre que tenía que ir con cuidado porque a veces no veía al peatón que se le cruzaba por delante. Ahí empecé a rezar todo lo que sabía, desde el jesusito de mi vida hasta el rosario. Durante todo el camino fui pendiente de coches y peatones esperando que ninguno de ellos se cruzara en nuestro camino. Por fin me dejó en casa con las piernas todavía temblando y decidida a no volver a coger un taxi en una temporada.

1 comentario:

  1. y lo mejor de todo es que encima lo cuenta como si nada jajajaja un besito

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