jueves, 15 de diciembre de 2011

Vieja, vieja, vieja

Ayer fue el cumpleaños de uno de mis sobrinos, el mayor. Cumplía 11 años. Pero no es eso lo que me hizo sentir como una ancianita. Lo que me hizo sentir como si tuviera 150 años fue lo siguiente: me preguntó si había recibido su email (sí, sí, la criatura tiene email) de hacía un par de días. Era una imagen retocada. Le dije que sí y que si lo había hecho él. De pronto me acordé que lo había recibido a media mañana y le pregunté si a esa hora, en teoría, no tenía que estar en clase. Me dijo que sí, que estaba en clase, de hecho, lo que me había enviado era un trabajo de clase. Le contesté que si en mi época eso hubieran sido los trabajos de clase, el colegio me hubiera gustado mucho más. Y entonces vino el desastre cuando me dijo "Pero es que entonces no había ordenadores" ¡Aaaaarrghhh! ¡Claro que los había, incluso teníamos clase de informática! Le solté. Y él añadió ¿Pero a qué eran unos tochos? ¡Ay! Ya no puedo negar más la evidencia, soy una vieja.

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