lunes, 15 de julio de 2013

¡La que se avecina, vecina!

El sábado conocí a mi vecina de enfrente. Salía de mi casa cuando ella salía de la suya. Tuvimos una pequeña conversación en el ascensor. "¡Nuevos vecinos!" me dijo "¿cuando os mudáis?" "Me mudo, en cuanto tenga las cosas básicas" Le contesté yo resaltando el "me mudo" para que quedara claro que era yo sola. Me comentó que ella también vivía sola y poco más, ya que mi nuevo piso es un segundo por lo que el ascensor no da para mucha conversación. Un poco más tarde llegaron los de Ikea y mientras iban entrando las cajas, volvió mi vecina de la compra y al ver la puerta abierta soltó "¡Espera un momento, que guardo el pescado y entro a chafardear" ¿Cóooooomo? Pensé yo, pero no podía cerrar la puerta; a parte de que tenía a tres personas entrando cosas, me pareció que no era la manera de  empezar mis relaciones con los vecinos. Pero de ahí a que entre en mi casa sin que la invite... Pues sí, sí. Sí que entró. ¡Vaya si entró! "A ver la cocina...oooohhh la han arreglado mucho! Y el salón ¡qué grande! ¡Qué bien la habitación! oooohh el baño también lo han hecho nuevo!" Comentó cada habitación, porque entró en todas. Yo la iba siguiendo, flipando de como se metía en mi casa, y detrás mío el pobre hombre de Ikea preguntando donde quería cada mueble. Parecíamos una conga. Por fin se dio cuenta de que yo tenía cosas que hacer y se fue. Luego pensé que mejor el sábado que aún no había nada que dentro de dos semanas con mis cosas ya a la vista, el cotilleo ya hubiera sido monumental.

No hay comentarios:

Publicar un comentario