domingo, 21 de julio de 2013

Desastre

El viernes por la tarde, al salir de mi nueva casa camino de la de mi madre, había un chico subido en una moto poniéndose el casco que, al verme salir de la portería me sonrió y me dijo hola. Llegué a la conclusión que debía vivir también en el edificio. Sonreí yo también, le contesté el saludo y seguí mi camino pensando "es mono" y entonces, en una fracción de segundo, me hice un repaso y quise gritar. Yo iba con el pelo recogido, sin pintar, con bailarinas (es decir que medía 8 centímetros menos de lo habitual) con un conjunto tremendo, viejo y gastado porque había estado haciendo limpieza a fondo ya que el domingo me mudaba y encima, para acabarlo de arreglar, con dos bolsas de basura en la mano. ¡Aaaargggghh!!! ¿Se puede ir peor? Si añadimos mi piel pálida como el papel, ya ni te cuento. Menuda primera impresión. Eso me pasa por no hacer caso de una frase que me pasaron por whatsapp el otro día "mejor llegar tarde que fea". Voy a ponerme un post-it en mi puerta, para verlo siempre antes de salir de casa que diga: "Vuelve a mirarte en el espejo antes de abrir esta puerta". Esto no puede volver a pasar.

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