viernes, 14 de septiembre de 2012

Inspiración

Hace un momento, un amigo que trabaja este viernes por la tarde me ha pedido que escribiera algo para que    las horas en la oficina le fueran más amenas. No voy a entrar en su productividad porque eso es algo que sólo le atañe a él y a su jefe. Le he contestado que si mi inspiraba pondría algo. Y lo que me ha inspirado es el tema que él me ha propuesto: "por qué no pones algo tipo: no puedo contar nada pero acabo de recibir un ramo de rosas con un billete para ir a pasar este finde a París" (sugerencia literal mediante Whatsapp).
Evidentemente no voy a escribir eso porque sería una mentira y de las gordas. Nadie me ha enviado un ramo de rosas y mucho menos un billete de avión a París. Y si me lo inventara luego tendría a muchos de vosotros llamando para preguntarme si es verdad y quien es el susodicho. Pero me ha hecho pensar ¿cuánto hace que no recibo flores? ¡Siglos! A parte del hecho de que no parece que haya quien quiera enviármelas, creo que se ha pasado de moda el que los hombres envíen flores sin ninguna razón aparente. ¡Qué pena! Con lo que nos alegra a las mujeres y lo que nos sube el ego. Los hombres se empeñan en decir que somos muy complicadas y no se dan cuenta lo fácil que es tenernos contentas. Eso sí, nada de flores para pedir perdón. No lo soporto. Suelo asociar lo que dura su arrepentimiento con la caducidad de las flores. Es decir, un suspiro. Pero que llamen al timbre y al abrir la puerta encontrarte un ramo de flores sólo porque han pensado en ti al pasar por una floristería me parece lo más. Lo sé, es anticuado y cursi, pero que le vamos a hacer, me encanta.
Lo del billete de avión tiene más miga,  no voy a entrar en ello, sólo decir que la alegría dependerá quien te lo envía y el plan en el que lo hace.

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