miércoles, 11 de julio de 2012

Finales felices

Desde que somos pequeños nos hacen creer en los finales felices. Nos cuentan cuentos de hadas donde un príncipe maravilloso pasará por tu lado, te verá y ¡pam! amor verdadero de por vida. Si el príncipe anda un poco despistado siempre tendrás la ayuda de un hada madrina y la bruja, por más mala y maquiavélica que sea, siempre acaba perdiendo. Y eso te lo inculcan cuando eres más receptiva, dicen que el cerebro de un niño es como una esponja y esos finales felices te llegan hasta lo más profundo. Así que cuando llegas a una edad adulta resulta que para tu príncipe tu no eres su princesa, el hada madrina está de vacaciones y la bruja siempre gana llevándose al príncipe. En ese momento te quedas con cara de idiota pero llegan tus amigas y te dicen que ese no era el adecuado, que tu príncipe está por llegar, y tú vas y te lo vuelves a creer. ¿Para qué? Para que se repita la misma historia.
Hace tiempo empecé a escribir una historia, pero no encontraba el final feliz por ninguna parte. Era imposible que realmente eso pudiera acabar bien. Estuve dándole vueltas durante meses hasta que me rendí y dejé de escribirla porque para historias tristes ya tenemos el telediario todos los días. Ahora creo que voy a volver a ella pero va a ser real como la vida misma. Nada de cuentos con príncipes, princesas y hadas madrinas. Tampoco hay bruja, en esta hay un ogro.

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