viernes, 10 de mayo de 2013

Traslado

Ayer recogieron mis cosas los de la mudanza. Mi casa, que estos últimos días parecía el epicentro de un terremoto de magnitud 8 en la escala Richter, hoy se ve vacía y un poco triste. Valentín, que está en una caja esperando que encuentre piso para volver a acomodarse en un sofá, me miró fatal cuando lo metieron ahí dentro, pero no iba a cargarlo yo en la maleta. Por la noche fui a cenar con unos amigos como despedida a un japonés que nos encanta. No podía irme sin recibir la última regañina de la dueña por pedir mucho sushi y pocos platos más elaborados. Y no me falló, esta vez además nos riñó por las cantidades que pedimos ¡nunca está contenta! Pero se come tan bien, que merece la pena. Esta tarde, después de cerrar la maleta y hacer un par de cosas que tengo pendientes, cojo un tren a Barcelona con billete sólo de ida ¡ay! Me da pena no haberme despedido de todo el mundo pero estas últimas semanas han sido de locos, de todas formas, tampoco es que me vaya al Polo Norte, con el Ave ahora es un paseo, caro, pero un paseo. En fin, que a partir de hoy empiezo una nueva etapa en mi vida, ya os contaré cómo me va.

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