miércoles, 11 de abril de 2012

Mi isla

Ya he vuelto después de unos días de relax absoluto. Pensé que volvería con las pilas sociales cargadas, pero no. Sigo queriendo quedarme en mi isla. Para complicar las comunicaciones no he puesto aeropuerto. Sólo hay un pequeño embarcadero a las que llegan simplemente las pequeñas barcas a remo. Sí, sí, quien quiera llegar hasta aquí, va a tener que remar un rato. Estoy cansada de poner facilidades, me siento que doy la mano y me cogen hasta el hombro. ¡Se acabó! Además se está tan bien en esta playa desierta, tan tranquila y sobre todo tan segura. La puerta está cerrada con candado y he tirado la llave al mar. Además he puesto una alambrada electrificada, así que una vez has remado, hay que trepar, y tener cuidado con las descargas eléctricas. Ya pasada la alambrada hay que esquivar a los pastores alemanes. Están entrenados para atacar a cualquier extraño que entre en mi propiedad. Si consigue ganárselos y que le dejen pasar, sólo le queda buscarme, estoy escondida en alguna parte de esta isla. Y estoy tan a gusto que va a ser muy difícil moverme.

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