martes, 10 de marzo de 2015

El hombre VIPS

Una amiga sufrió el sábado por la noche la anticita. El viernes por la noche esta amiga me dice que no cree que vaya a venir al teatro  el sábado con nosotros (éramos unos cuantos) porque probablemente tenga un plan B. El del plan B le había dicho que el hecho de que ella viniera a Madrid le había alegrado el fin de semana. Bueno, muestra entusiasmo, empezamos bien. Pero estamos a viernes por la noche y él no acaba de concretar... yo ya lo hubiera mandado a la porra, pero en general, mis amigas son más buenas que yo. Así que finalmente quedaron el sábado. Ella se arregla, se pinta y se pone tacones. ¡En qué momento! Empezaron a andar por las calles camino no se sabe dónde. Mi amiga empieza a resentirse de los tacones y le va sugiriendo sitios por donde van pasando, pero parece que a él no le convencen, y siguen andando y andando... ¿para qué? Ella, con la ilusión del momento, piensa que es porque conoce un sitio perfecto, divertido, animado, un sitio especial que él quiere compartir con ella. Seguía andando pensando en eso, sin mirar, hasta que notó que él se había parado y le estaba abriendo la puerta de un local. Emocionada creyó que por fin había llegado a ese sitio que él se moría por enseñarle y justificaba que al día siguiente no fuera a poder dar ni un paso. Y entonces lo vio; el color rojo de las paredes, las mesas con botes de ketchup y mostaza, las cartas enormes con fotos... estaba en un VIPS. Lo miró incrédula. No es posible... no está pasando... pues sí, sí, ahí estaba, pero estaba tan cansada que para qué discutir. Vamos a ver, el VIPS está bien para una tarde de domingo, pero para una cita un sábado por la noche cuando tienes más de 21 años ¡por favor! Será que en Madrid no hay sitios. Al final quedó claro que el chico estaba muy entusiasmado de boquilla pero a la hora de la verdad lo que nos gusta es que se lo corren un poco ¿o no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario