A mí, por ejemplo, me gusta el plan blanco. Sencillo, un poco durito por fuera, pero todo miga por dentro. Hay quien le gusta el pan exótico e innovador, o el que tiene nueces o pasas, o simplemente el integral. Así que no es cuestión de no saber apreciar lo que tienes delante sino que quizás no es tu tipo. O tú no eres el tipo del de enfrente. Él puede querer un brioche cuando tu eres una chapata, o al revés.
Además es inútil empeñarte en ser algo distinto de lo que eres porque te conviertes en una mala copia o en algo totalmente artificial, creado en un laboratorio. Resumiendo, que no es cuestión de dentadura sino de gustos, y como dicen, para gustos, colores.
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