El fin de semana pasado salí con dos amigas a tomar una copita. Estábamos en la barra de un bar hablando tranquilamente cuando conocimos a dos ingleses que lo primero que me preguntan es si soy suiza. ¡Suiza! Les explico que no, que soy española. Ellos insisten: no puede ser, no pareces española. ¿Y parezco más suiza? ¡Venga ya! Por molestar, (porque no hay cosa que le moleste más a un inglés) les dije que ellos tampoco parecían ingleses, que tenían más aire de franceses. Se rieron, pero sé que en el fondo no les hizo ni pizca de gracia.
Lo que no entiendo es que con la cantidad de mezcla que hay en todos los países de Europa, alguien piense que puede adivinar la nacionalidad de otra persona sólo por la apariencia. Vale que hay gente que tiene más genes autóctonos que otros, sin ir más lejos, el marido de una amiga mía es pelirrojo y sí, es irlandés. Pero eso no quita que también hay pelirrojos en España, menos, pero hay. Así que no se puede decir con total seguridad que alguien es de un determinado lugar y encima, cuando lo niegas, no creérselo.
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