Lo increíble de la bici ha sido que, además de hacerme moverme un poco, he descubierto que tengo una fama de patosa descomunal. Todo el mundo al que se lo contaba se sorprendía ¿tú en bici? La primera, mi madre, que me preguntó si ya me acordaba de montar en bici. ¡Por favor! Es un manillar y dos ruedas no un cohete espacial de la NASA. Mis amigos tampoco han sido muy sutiles que digamos; que si me he comprado un casco o que si no me he caído el primer día. En fin, lindezas de este estilo entre risita y risita y el comentario de casi toooooodo el mundo "no te veo en una bici".
Pues he de deciros que no, no me he caído, que no tengo ni idea de si me sienta bien o no, porque es simplemente una bici no un traje de alta costura, y que estoy encantada con ella.
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