Hay quien dice que es culpa mía. Que entre mis ataques de pánico y mi poca diplomacia hago maravillas para espantarlos. Cuando al cabo de unos días de conocer a alguien, éste deja de llamar, la primera pregunta que escucho de mis amigas es: ¿qué le has dicho? Tampoco es para tanto ¿no? No siempre es porque YO he hecho o dicho algo. Vale, cuando me entra el ataque de pánico suelo correr y correr hasta que veo que ya no pueden alcanzarme, y la diplomacia... la mayoría de las veces es porque me provocan. Además, si actúo así será porque no lo veo nada claro. O, a veces, porque lo veo clarísimo.
Así que repito: me declaro incasable. Lo siento por mis amigas que les apetece una boda más que a un caramelo a un niño, la mía de momento, va a tener que esperar...
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