Los hombres nunca están contentos con lo que tienen. Que más da que la ola se castigue en el gimnasio, pase hambre, gaste un pastón en moda y cosmética, trabaje el doble para conseguir la mitad de reconocimiento y sueldo y encima no se queje yque escuche, comprenda y consuele, si después llegará otra con 20 años menos que le hará creer a él que aún es joven y abandonará a la primera sin remordimientos.
Chicas, lo tenemos claro, o empezamos a exigir que se reconozcan nuestros méritos o dejamos de castigarnos. Estoy cansada de tener que demostrar que soy más lista, más divertida, más, más, más... Mientras ellos, como si estuvieran delante de un escaparate, nos observan y analizan. ¡Es agotador! Y encima el resultado tampoco es como para echar cohetes. Porque ellos, en cuanto se sienten seguros les sale esa maravillosa "barriguita", se olvidan de las fechas importantes y ya no tienen interés en llevarte a ningún sitio. ¿Para qué? Si ellos ya saben que tú no les vas a dejar tirados.
No todos son así, por supuesto, pero están escondidos en algún remoto lugar donde ni Indiana Jones podría encontrarlos. Y la verdad, yo cada vez estoy menos aventurera.
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