Sólo llegar cogí un catálogo y mientras comentaba a mi amigo que debería haber traído el metro, él me daba uno de papel. ¡Piensan en todo estos suecos! Hicimos el tour completo y llegamos a las estanterías. Entre formas y colores se abría un amplio abanico de posibilidades. Una vez escogida, seguimos nuestra ruta. Una amiga mía, luego me preguntó si no me volví loca con las cosas de cocina. Ahí yo no pico, la cocina y yo convivimos en la misma casa pero no nos hablamos demasiado... a mí me encantó las cajas para ordenar, las mesas, los armarios, las sillas... en fin, más salón y estudio que otra cosa.
Finalmente fuimos a transporte y montaje, allí está el truco. Ya sabía yo que todo no podía ser tan maravilloso. El transporte y el montaje juntos me costaban casi como la estantería. El transporte no había más remedio que aceptarlo ya que la estantería no cabía en el coche, pero tuve suerte y el montaje me lo van a hacer dos amigos. ¡Menos mal! Primero porque me parece un robo lo que te cobran y segundo porque yo no soy la persona más "manitas" que conozco, más bien todo lo contrario.
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