Vale, yo no soy muy charlatana. Me gusta el silencio, lo que ocurre a mi alrededor, lo que dicen los demás y como lo dicen. Y eso no lo puedo hacer si tengo que intervenir en una conversación porque entonces me pierdo muchísimos detalles de las personas con las que estoy. No es que haga radiografías pero me siento más cómoda escuchando que hablando. También he de reconocer que no siempre lo que tengo ganas de decir sea políticamente correcto, así que hay pocas personas con las que puedo decir todo lo que pienso (que siempre pienso lo que digo). Curiosamente son esas pocas con las que puedo estar sin decir nada. Lo entienden. No me exigen hablar de nada si no hay nada de que hablar y además hablas sin tener que decir nada...
Luego, lo peor, es cuando existe la persona que ya has llegado a ese punto en el que no es que no sea necesario hablar, es que te lee la mente. Sabe perfectamente lo que estás pensando por tu expresión o por tus ojos. Esa persona en tu vida es peligrosísima, tiene un poder sobre ti que ni tu misma tienes ya que cara de póker, lo que se dice cara de póker, no he sabido poner nunca. Y aunque en una reunión yo pueda estar totalmente callada, el que me conoce, sabe perfectamente lo que estoy pensando, y ay!!! no siempre es lo que debería.
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